Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

jueves, diciembre 21, 2006

El arte de amar. Argentina, norte. 1/3

No, todavía Fromm no lo sabía todo.

Había recorrido diez mil kilómetros. Sus pies acusaban las horas con las rodillas dobladas. Apenas unos minutos para estirar los pies e ir al baño en el avión. La conversación, la lectura, la vista, el oído, el olfato y el gusto son sentidos con períodos de caducidad, y en esas doce horas mantuvieron el tipo, ayudándome a desestimar los minutos, para juntarlos en una bolsa, mezclarlos y sacar horas que formaban un puzzle de doce horas.

Buenos Aires se mostró húmedo y frío. Fueron cinco días inundados de teatro, conciertos, cultura, vida. Como si cada calle de Madrid fuera la Gran vía. Como si la Gran Vía de Madrid, fuera lo que aparenta la primera vez que la ves. Y el Gran Rex. Y sólo el Gran Rex, me bastó. Fue suficiente para colmar mi ego de espectador, ansiado por la grandeza del espacio, la capacidad y la esencia de los años que se conservan dentro de dicho teatro. No me quiero ni imaginar lo que puede suponer para el ego de cualquier artista que pise su escenario…

Y los edificios. La decadencia transformada en décadas de descuido. Como cuando nos encontramos con espejos de época, nos miramos, los miramos, y sentimos cada año de antigüedad pesados a nuestra espalda, agotándonos, sopesándonos.

Y sentirte dueño de que cada pensamiento compartido va formando la sinergia perfecta. Agotados, alimentados por las proteínas de los panchos, escondidos tras el mapa de los interminables números de las calles bonaerenses. Esparcidos, tras la desidia transformada en la costumbre de la inutilidad de la política como salida a la miseria. Así, cada día, Buenos Aires despertaba. Debajo de una nube, y anunciando en cada teatro, el opio necesario para merecer el resto del día.

lunes, diciembre 18, 2006

Palabra, tras palabra

Y al parecer aquel escritor reanudó su protesta interior de la manera que le parecía más sencilla, y salió acompañado de su soledad a demostrar a todo el mundo que la palabra es capaz de hacer daño y conmover los pensamientos.

sábado, diciembre 16, 2006

SALTED LAND

Sus dedos se movían de una manera armoniosa. Uno a uno, levantaban, apretaban, rozaban, acariciaban, lentamente, despacio. Podría sentir sus escalofríos como propios, al contacto de la yema de los dedos con su piel. Podía describir cada pliegue desértico y minúsculo de su piel, los reconocía de memoria. De pronto sus dedos rozaban la sensibilidad tras la oreja, cuello, axila, brazo, codo, muñeca, dedo, y en un salto acrobático llegaban hasta el ombligo, dibujando círculos, cada vez más grandes. Hasta que el círculo se hizo tan grande que notó como todo el vello de su cuerpo apuntaba repentinamente al techo de la habitación. Se acercaba tímidamente, lentamente, pasivamente, a la aureola que coronaba sus pensamientos. Suavemente, dejó sentir como propia la resistencia de la debilidad del tejido, que se contraía y apuntaba, rosado, erguido, orgulloso, contraído al tacto de la yema que de pronto volaba en dirección de los labios, para rodearlos. Descendió por la comisura, paseó por sus mejillas, y de nuevo bajó hacia la parte lateral de cuello, para aterrizar sobre el hombro. Supervisó su clavícula, y volvió a comprobar, esta vez del otro lado, como la otra aureola sentía celos de su hermana y vibraba por dejarse rozar, acariciar en ese momento, por la mano, que diestra se dividía en dos para compartir espacios en todo aquel valle, y explorar el sur de la cadera, describiendo lateralmente siluetas que escribían de manera simulada su nombre, una y otra vez, en la cadera, en el muslo, detrás de la rodilla, en el gemelo y en la planta del pie. Su nombre, una y otra vez…

martes, diciembre 12, 2006

El chino de la China

El chino que se ocupa de la tienda china de mi calle, se marcha. Se marcha a la misma China. Dice que se va a ver a su novia y a su sharpei. Y todos nos alegramos por él. Últimamente sonríe con más asiduidad, y muestra orgulloso, su billete. Incluso creo que un día me cobró de menos. No, después me fijé bien y no me había cobrado de menos.

Pero ahí está sonriente, señalando en un mapamundi con su fino índice dónde está China a la vecina del segundo, mientras ella le explica que donde más lejos ha estado ha estado en su vida es en su pueblo, Camarma de Esteruelas, en la provincia de Madrid. La vecina le ha hecho una chaquetilla de lana, porque según ella, en China tiene que hacer mucho frío. Otros le hacen encargos. El hijo de dicha vecina le ha encargado una katana como la de David Carradine en Kill Bill. El yonki de la esquina, el que pasa droga (sí, Jose, todos sabemos que pasas droga) le ha pedido unas botellas de sake, para calmar su mono. Lucía, una ecuatoriana de buen ver, que pasea sus caderas voluptuosas por la calle todos los días a las siete, le ha pedido un biombo. La de la tienda de periódicos le ha pedido un traductor de Hanzi. El carnicero del mercado, un cuchillo, el pescadero, recetas, y un servidor le ha pedido una postal de la muralla china.

Suerte, chino, en la China.

domingo, diciembre 10, 2006

We took a walk that night, but it wasn't the same. We had a fight on the promenade out in the rain.

Un domingo más, la despedida comienza a formar parte de mi ciclo de vida. A tramos de tiempo cortos, lo que dura una semana, apurada al máximo. Cada minuto, me vale tanto emocionalmente, que exploto mi capacidad de retener sentimientos hasta quedar extenuado. Todos los días. En ciclos de lunes a domingo. Despedida, cierre. Luego comienzo de nuevo. Me desvivo por vivir, me contradigo, y abuso desmesuradamente de las comas, en mi literatura, y en mi tiempo. Me divido, me instigo, me revivo.

Si tenéis tiempo estas navidades. Y deseáis tanto como yo, que el corte inglés deje de repartir bolsas doradas a todo bicho viviente, o que las colas para comprar la lotería de navidad en doña manolita las “reconduzcan” hacia el cine X más cercano, podéis emplear el tiempo en ver la película “Little Miss Sunshine” Un filme sin complejos, de los que te dejan poso. Un drama, encubierto en comedia. Una gota de agua en el desierto. Veréis como a lo largo de una hora y media, os conducen montados en una furgoneta wolkswagen a la más profunda de vuestra miseria. Y encima os reiréis.

lunes, diciembre 04, 2006

Soho 1/2

La respiración sonaba entrecortada. El sudor recorría, cual rosario, su espalda, su frente, su axila. Dobló la esquina, no sin antes mirar si aún le seguían. Se paró a tomar un poco del aire viciado de la calle. Era de noche, hacía frío.

Había sido una tarde perfecta. Londres era una ciudad tan oscura, como diversa. Cuando vio los pseudo-taxis aparcados uno detrás del otro en el soho, se sintió un poco como Indiana Jones y el Templo Maldito. Podía haber visto esa película al menos diez veces. Las jóvenes londinenses no dudaban en enseñar su descuidada depilación, muslo arriba, a diez grados centígrados. Me limité a apretar los puños dentro de mis bolsillos, a la vez que mis mandíbulas, hacían lo mismo. Hacía frío, los pubs, exhalaban humo desde sus puertas, las mujeres pintaban en sus caras el peor de los ejemplos impresionistas, y la música me guiaba como aquel palo en forma de i griega. Hacia el agua. Hacia alguna taberna de música decente.

El soho no es lugar para dejar la imaginación al vuelo. Todo lo que presupones, lo observas, y con poquito que te esfuerces, lo posees. La puerta me reforzó en lo que creí escuchar desde la calle. “The killers” sonaban con fuerza. El comienzo prometía. El pelirrojo de la barra tuvo que esgrimir el ya conocido ademán de no entender, cuando le pedí mi ración de pinta. En inglés. En inglés del bueno. Mal idioma es el inglés para aspirar las eses. Pero yo me esforcé. Mi gramática era perfecta, mi ademán también, y mi ropa, y mi actitud me ayudaron. A la segunda. No está mal. Ya tenía mi pinta. Me había dibujado sobre la espuma un bonito trébol irlandés. Que bonito (en inglés), espeté. Y mi exclamación, sí que la entendió a la primera. Los camareros irlandeses, es lo que tienen, saben lo que se juegan cuando tienen otro católico delante. La conversación derivó en un hermanamiento España-Irlanda, un poco atípico. Cedí en la capacidad de los recipientes para el consumo alcohólico irlandés, pero me mantuve firme en nuestra capacidad de nunca pedir la “última” copa o cerveza. Los españoles somos grandes maratonianos de la juerga. Juerga barata.

El concierto prometía. Además me había peinado con el pelo para delante, y me había puesto una chaqueta y una sudadera con gorro para camuflar mi pelo de la dehesa. Se gafapasta, además ayuda mucho en Londres. El bajista era poderoso. La guitarra acompañaba fiel, y la melodía y la letra dejaban entrever una mezcla de alegría-rock y un poco de resquemor. Lo Londinenses llevan muy dentro los atentados del 7-J. De los cuatro grupos que escuchamos, al menos dos, dedicaron parte de sus letras a tan fatídico día. Después del concierto, unas cuantas pintas más, y más de dos horas sacudiendo la cabeza de arriba abajo(como mandan los cánones, y el ritmo de la música). Al salir no dejaba tatarear en la cabeza una versión de la canción de U2, “Sunday Bloody Sunday”, que tocaron los últimos poperos que escuchamos.

Después del concierto, una pinta más, comentario del concierto. El idioma ya no es una traba. No sentimos fluidos e integrados. Siguiente pub. Este es de los que empañan las gafas. Si es que ser gafapasta está bien, hasta que entras en un local lo suficientemente ambientado, como para que dejes de ver nítido al instante. De momento aparto la vista de un grupo de inglesas de buen ver, prietas, que intentan bailar, y vestir, como beyoncé. El resto de humanos llevan al menos en un cincuenta por ciento, la camisa por fuera, pantalones de cuadros y una corbata negra. Tomo nota. Aquí suena una vieja versión de los “The Who”. Ahora están de moda por la canción de entrada de CSI. Al momento me imagino la de capítulos que les saldrían, sólo al investigar la capacidad que tienen los pakistaníes para bailar como europeos, y la de los europeos para bailar como pakistaníes.

Mientras nos acurrucamos en un corro circular a lo castizo para bailar, me siento por primera vez en un país extranjero. Somos el único corro circular, y nuestros movimientos bien podían servir para bailar un baile regional, o el último de Robbie Williams. Pienso en el recurrente “aquí nadie me conoce” para iniciar mis investigaciones y calmar un poco mi curiosidad, que ha ganado en valentía con las pintas. El pub consta de tres apartados. En el más grande la gente baila y bebe. En el más pequeño y alicatado, la gente orina y vomita, y en el más oscuro, la gente fuma y aspira…

(to be continued…)

miércoles, noviembre 29, 2006

Impasible.

Cary Grant ya hace veinte años que murió. Él y Hitchcock me dejaron huérfanos de padres de celuloide. No es de extrañar sentirse obviado por el resto del mundo de manera continuada. Cuando me siento así, subo el volumen de la música, y dejo que a mis oídos lleguen en inglés las frases que deseo explotar en español, porque en inglés me suenan mejor, por aquello de que sé que quien me quiera entender, realmente se va a preocupar por ello.

Lo demás parecerá inexplicable. Hoy el vino, deja demasiado poso. Me siento compañero de mí mismo, y no alcanzo a imaginarme dando explicaciones, del tipo, no, no estoy arruinando mi vida, ni dejo detrás de mí nada, ni abandono. No renuncio a mi estabilidad en forma de contrato con el banco, o con quien me paga, compromiso con mis seres queridos o cualquier otra cosa que suponga tener definido el resto de mi vida. Simplemente intento cubrir un hueco dentro de mí, en forma de curiosidad, en forma de descubrimiento, de razón, de idioma, de sonido, de persona… Perdí el miedo a pronunciarme en otras lenguas, así que mi horizonte se amplía. Mi curiosidad, me hace sentir como se sintieron Tony Curtis o Marlene Dietrich, en su época, que desafiaron su esperanza sentimental expresando sus reconocidos sentimientos, a costa de todo. Ostras o caracoles. Mi dilema va más allá, de la necesidad de ostras, o caracoles. Pues para mí todas las ostras que pueda serán bienvenidas, pero en mi mundo que hace tiempo que se extendió, y que mis gafas no son capaces de enfocar todavía…

Pues eso, pese a todo, a costa de todo, mis pensamientos de curiosidad siguen adelante. En forma de kilómetros, en forma de aviones, en forma de ciudades, ponedle nombre, ponedle lugar, pero pensad, que siempre, siempre, colmando mi curiosidad. Sólo eso, curiosidad, y unas ganas inexplicables, de inestabilidad.

Y para eso, queda mucho tiempo, y mucho mundo, pero el sentirme comprendido, en este primer paso, me hace sentirme mejor.

Y si tuviera suerte, sería tan feliz de contároslo… que sólo al imaginarme tan lejos, distingo mucho mejor el presente. ¿verdad?

Gracias lu, gracias, la.

domingo, noviembre 26, 2006

Domingos de despedidas.

Me paso los fines de semana despidiendo o despidiéndome de gente. Cambiemos los escenarios, las estaciones, los aeropuertos,… Cambiemos los medios de locomoción, autobuses, trenes, autos, aviones… Pero ahí estoy, sempiterno, en la estación de turno, con la maleta porque me voy, o con el pañuelo porque se van. Podría describir con minusiocidad los ojos de las personas que en su paso, llegan, salen, o esperan en una estación. Podría describir los ojos vidriosos, de esperanza. Podría ver abrazos, besos, adioses, bienvenidas, etc… Es curiosa la sensación cuando se llega, se aterriza, y una gran masa de personas te mira buscando con la mirada la persona a la que esperan. Miras las caras, no ése no es, y miras otra cara, y sigues buscando. Te levantas de puntillas, miras a otro lado. Sí, sí allí está. Qué delgado, que bien le sienta la chaqueta… abrazo.. beso… hola, que tal el viaje. ¿cómo estás?

Puede también que llegues y no haya nadie esperando. Bien, porque conoces el camino de a casa, bien por otros motivos. Entonces llegas y miras todo lo que te es desconocido o conocido. Es la búsqueda de algo familiar, algo que nos recuerde a algo o alguien. Mira, ése anuncio en la parada de autobús ya lo he visto. Mira, en este país los aseos de estación son mixtos, mira que bien viste la gente en esta ciudad…

En las estaciones, sufrimos el mal del que todo lo mira y nada ve. Vas buscando una cara, un recuerdo, un andén, un vuelo, un número, un anuncio, una pantalla, información, los baños, una cafetería para esperar,… pero siempre con la mirada en el infinito…

Estar de paso es incómodo, despedirse, es difícil, porque alejarse de quien quieres siempre es complicado. Yo prefiero abrazar, para quedarme un poco con la esencia y con la fuerza interior, es como si contuvieras a alguien durante un instante. Despedirse, es un arte de los de mano izquierda, es una desolación cuando la ida es obligada, o una esperanza cuando al ida es a mejor. Pero siempre, siempre, cuando nos despedimos de alguien, lo miramos a los ojos. Tal vez por ver la verdad, tal ved por pena, o tal vez por alegría.

viernes, noviembre 24, 2006

Movimiento, rectilíneo y uniforme

La tendencia del ser humano a tenerlo todo bajo control es infinita. Mi profesor de física me contaba que todo tiende al movimiento rectilíneo y uniforme. La búsqueda del camino más fácil. Las partículas tienden a ordenarse. Y toda esta tendencia, desde la partícula más pequeña, hasta el pensamiento humano, refleja la tendencia al camino más sencillo, diariamente. Todo cambio supone un esfuerzo. Toda diversidad implica demasiadas maneras de pensar, por eso intentamos uniformar todo lo que podemos.

Globalicemos, que además está de moda. Será más fácil para todos. Vistamos todos igual, comportémonos todos igual, elijamos todos los mismo. Ánimo, es sencillo, seremos mucho más felices. No tendremos que pensar donde vivimos, qué comemos, a quien queremos, qué hacemos. Todos viviremos mejor.




Pues va a ser que no.

viernes, noviembre 17, 2006

Next train to London

Tuve que subirme a una silla, para llegar a la aldaba de la puerta de Buckingham Palace. Golpeé con fuerza, hasta que se abrió lentamente la puerta. Detrás un señor uniformado, hablaba un idioma extraño.

- Que si se baja la Isabel, inquirí.

Y me cerró con la puerta en las narices.

miércoles, noviembre 15, 2006

Miss / Mister Centro del Universo

Siempre hay alguien que pinta la raya, desde la que tomas la salida. Desde un punto de vista funcional, le restaba más de la mitad de su vida. Nunca dejas de aprender lecciones.

Me he comprado un libro de recetas, para ver si puedo cocinar los manjares más exquisitos. Pregunto a mis amigos mayores, sobre la convivencia. Escucho la radio, para estar al tanto de la última noticia. Incluso hago búsquedas diarias en el Google, para ver si encuentro alguna página web que me describa el resto de mi vida. Le pregunto a mis padres, a mis hermanos, de dónde vengo. Mi abuela me relata mis peripecias de cuando era un niño. Leo todos los libros que puedo a cerca de lo que se parece un poco a mi vida. Busco en las drogas el consuelo de esta búsqueda infructuosa. Me he comprado una casa, para tener una sede, desde la que pensar. Escucho todo tipo de música, para enseñar a mis oídos a entender todos los mensajes. Veo todas las películas que puedo, por si alguna es capaz de contenerme. He decidido querer a mi pareja de manera in contenida, para sentir todo el amor que puedo. Cuando me parece, discuto con algún amigo del alma, sobre las cosas más superfluas y a la vez más importantes, pero no encuentro la respuesta. Miro en los escaparates, por si me encuentro etiquetado, y puedo saber mi precio de venta al público. Viajo, para intentar encontrar mi lugar. Incluso intento escribir lo que se me pasa por la cabeza.

Pero por más que lo intento…

Sólo me encuentro en lo que los demás tienen de mí.

domingo, noviembre 12, 2006

All about Eve (Eva al desnudo) de Joseph L. Mankiewicz

Deep inside. Profundo. Apuntaba alto. Anne Baxter decidió que el resto de su vida era inmensamente predecible. Para qué pensar, si a una determinada edad, te puedes asomar al resto de tus años. Por eso, no quería ser común, no quería ser mujer acomodada.

Es triste, cuando desde joven, por más que quieras imaginarte tu fututo, sólo encuentras muy pocas opciones. Y te imaginas del color de aquél que pasea por el parque sus años. Y tratas de cambiar las circunstancias, las vivencias. Y por mucho que escapes a miles de kilómetros de tu origen, sabes que al final, estarás de vuelta.

Y podrá cambiar la ciudad, podrá cambiar el trabajo, pero ahí, perenne seguirás tú.
Serás feliz. Nadie lo duda.

Pero la chispa que enciende la juventud es tan traicionera. Es cuestión de engrandecer la mente hasta que los problemas más insolubles se conviertan en meros obstáculos de fácil solución. Por eso hay algo dentro de mí que se niega a mi futuro predecible. Se niega a lo previsible en forma de vivencias, trabajos y experiencias. Si ya sabes lo que te espera de aquí a veinte años, ¿por qué no intentar cambiarlo? ¿Por qué no arriesgarse? ¿Por qué quedarse parado hasta que llegue ese futuro previsible?

Y en forma de pequeñas cápsulas me voy imaginándome otro futuro, lejos de éste. Sin ánimo de revancha, sin rencor. Soy feliz con mi futuro, pero ahora que puedo, haré lo posible por cambiarlo, porque siempre fui lo suficientemente calculador, como para hacer buen provecho de mi tiempo, y de repente, necesito de la improvisación en mi vida. Improvisación, que en mi mente son kilómetros, y en hechos, de momento, no es nada.

Por esto, hay días que quisiera ser como Bette Davis en Eva al Desnudo. Quisiera ser esclavo de mis defectos, y a la vez, suficientemente capaz, como para hacer ver a cada uno de los que están a mi lado, la miseria humana que sufre. Haciendo el suficiente daño, como para que se planteen pensar. En lenguaje castizo, se dice: hablar con dos cojones.


“Se avecina una tormenta”


Que gran frase…

martes, noviembre 07, 2006

La navaja de Occam y Clara Campoamor.

Hoy en día es complicado que una persona se haga a sí misma. Son tantas las circunstancias que nos afectan en un sentido o en otro que hasta la persona con más personalidad se deja llevar por la marea diaria.

Un día como hoy, hace setenta y cinco años, Clara Campoamor defendió en las Cortes el derecho de la mujer al voto en España. Ella, Margarita Nelken y Victoria Kent, eran mujeres hechas a sí mismas, que lucharon contra todo, todos y todas, en una época donde las mujeres eran pasto de la olla y el fórceps visceral de la catolicidad de sus esposos. Pese a ello, pese a todo, pese a todas, defendieron lo que creyeron justo, innovaron, perdieron el miedo, se arriesgaron. Y sin duda, ganaron. Pero su lucha no era una lucha que fuera para ellas. De hecho, tras conseguir en 1933 que todas las personas mayores de 23 años tuvieran derecho al voto sin ser condición su sexo en España, dos de ellas (Campoamor y Kent) perdieron sus escaños en las siguientes elecciones. Su lucha era el cimiento de algo grande. Su lucha era la semilla, que se planta esperando la mejor de las condiciones, y se riega con el abono más rico, pero que tarda en crecer tiempo…

Y un día como hoy, todavía residen en el olvido los nombres de Clara, de Margarita, de Victoria. Asusta imaginarse la cantidad de personas que siguen en el olvido, enterradas. Personas que dedicaron toda su vida a su pensamiento, a su creencia de justicia, y de rebote, influyeron en todos los que nos creemos que nos hacemos a nosotros mismos cada vez que levantamos la voz ante cualquier pantomima. Y los que se crean dueños de su personalidad, hombres y mujeres hechos a sí mismos en los tiempos actuales, que miren un poco de soslayo, al pasado, y se pregunten, que es lo que les ha venido dado, y cómo. Y de repente se verán pequeños, pequeñitos, enanitos. Y los aires de grandeza se convertirán en aires de respeto. Y a lo mejor, empiezan a recordar los nombres de los que han cimentado el edificio sobre el que ahora, levantamos las paredes de ladrillo…

La navaja de Occam o principio de economía o de parsimonia hace referencia a un tipo de razonamiento basado en una premisa muy simple: en igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta.

Y en este caso, en igualdad de condiciones entre sexos, la solución más sencilla, ha tardado veinte siglos en entenderse. Y aún así, todavía queda mucho mundo por convencer. Menos mal que Clara Campoamor ha creado escuela. Por lo menos, en mi entorno, yo la siento presente. Y sentirla es algo de lo que no me avergüenzo lo más mínimo. Me enorgullezco de ello, y no dejaría de dar las gracias a aquellas que cada ciclo de la luna, me llenan tanto.

domingo, noviembre 05, 2006

Omar Sharif, vive en mi barrio

Omar Sharif, vive en mi barrio. Sí, estoy seguro de que es él. Cuando no llueve, duerme en uno de los bancos que hay en la plaza. Siempre está recostado, mirando a todo el mundo. Él y su inseparable lata de cerveza de medio litro. Sí, él es Omar Sharif. Con su pelo blanco, y su bigote. Cuando una moza de buen ver pasa a su lado, no duda en piropearla en varios idiomas. Yo estoy seguro de que es él, que se ha venido a Madrid a pasar desapercibido. Lo imagino con su turbante, junto a Anthony Quinn en Lawrence de Arabia. A veces se sube a su banco, y comienza a hacer posturas, mientras canta. Y hay veces que sale corriendo tras los niños, los asusta, y recibe la pertinente reprimenda de los padres. Sí, es Omar Sharif, no me cabe ninguna duda. Esta semana que ha llovido tanto le vi durmiendo en el soportal de la esquina. Llevaba una manta blanca superpuesta. Era él. El doctor Yuri Zhivago, el Che, el señor Ibrahin. Y ahí está, con su inseparable lata de cerveza, rojo del calor del alcohol, recostado, sucio, hablando sólo.
Para cualquiera que pasa a su lado no deja de ser un mendigo más de los muchos que hay en Madrid. Pero yo, joder, juraría que es Omar Sharif.

jueves, noviembre 02, 2006

Interpretaciones, muchas

No tengo un duro para pagar a un psicólogo, así que he decidí contar lo que se me ocurría en este blog. Todo depende del estado de ánimo, de la lucidez del día, del embotamiento mental. Y todo porque hay una máxima que persigo en mi vida. Todo lo que está hecho con el corazón, merece la pena.

Y si no probad…

A cocinar con el corazón,
Escribir con el corazon,
Hablar con el corazón,
Pintar con el corazón…

Hacerlo con el corazón no es sinónimo de hacerlo muy bien, o hacerlo “chapó”. Pero al menos, el corazón, no engaña.

Y yo este blog, lo hago con el corazón, con el hígado, y con algo de mi entraña.

martes, octubre 31, 2006

Sobre la soledad y el resto de las personas.

Se sentía inútil, vacío. La presión le vencía un día tras otro. Su autoestima sufría la peor de las heridas. Era pasto de sus traumas, sus prejuicios, y sus errores.

Necesitaba el cariño que de algún modo, sentía que se le negaba día a día. Y se imaginó de mil maneras su muerte, y su padecimiento. Soñó ser recibido con honores entre todos, que maldecían la suerte de no haber contado con su presencia, y sus virtudes, en vida.

Y su error se transformó en esperanza. La esperanza que nace de sufrir, padecer, o resignar a la pérdida de un ser querido. Aquellos que han sido, han calado, han vivido dentro nuestro. Los que nos dejan sin motivo, sin avisarnos. De pronto, nos sentimos esclavos de sus sentimientos. Sujetos a sus vidas, sin reconocerlo. Y de pronto, un día cualquiera, la persona que nos sujeta, la persona que nos apoya, que nos conduce, que nos ama. Nos deja. Y reaccionamos impávidos, inútiles, observando cómo algo nuestro, que está dentro de nosotros, nos deja. Y la lucecita se nos enciende. Y la pirámide de obsesiones, se nos recoloca.

Y la soledad, que no es buena compañera, nos empuja a impulsar el olvido. Olvido en forma de gurús, drogas, falsas compañías, vaivenes. Los más débiles, son pasto de las adicciones más pueriles. Los menos, se consuelan con el recuerdo, y los que realmente consiguen superarlo, viven el ejemplo que les dejaron a flor de piel.

Muy pocas personas han sabido vivir el ejemplo que les legaron, tras marcharse sin aviso. Yo conozco una familia entera.

Si alguien se pregunta quién, cómo y cuando…
Que busque en su interior...

sábado, octubre 28, 2006

Lo siento pero últimamente…

Cuando voy al trabajo pongo la música del coche lo más alta que puedo.

Descuido el orden de mi vida, priorizando mínimas importancias a lo verdaderamente importante.

Duermo menos de lo debido.

Me preocupan los achaques físicos.

Soy más vulnerable a mis sentimientos. Necesito querer más a todas las personas que quiero.

Pierdo el sentido del tiempo.

Callo menos mis pensamientos.

Tengo ganas de montar en globo.

Sueño con pintar paredes de colores.

domingo, octubre 22, 2006

IMPERFECCIÓN

Dedicado a los que ahora mismo se están preguntando por qué están junto a la persona que quieren.


Un faro. El haz de luz da vueltas, volviéndose intermitente para quien lo observa desde lejos. Se enciende y se apaga a cada segundo. Pienso que nadie es perfecto. Cada uno intentamos buscar un faro que nos guíe. Nos pasamos buena parte de nuestras vidas buscando la luz de un faro. Podemos dejar de pensar y dejarnos llevar. Podemos cambiar de faro, o de objetivo. Podemos remar e ir más rápido a nuestro destino. Podemos equivocarnos y perdernos. Incluso podemos pensar en fabricar un motor que nos lleve más velozmente al lugar que deseamos.




- Te quiero.

El susurro sonó inaudible. Los pensamientos de los que uno se avergüenza, son difíciles de transformar vibraciones de cuerdas vocales. Acostados, seguía escuchando su respiración, acompasada. El ritmo de sus pechos, marcaba el tiempo que trascurría. Podía oler su pelo. Se sabía de memoria los lunares que se alojaban en la piel, que ahora rozaba, al ritmo de su vida.

- Te quiero

Esta vez, las dos palabras fueron un poco más sonoras. La respuesta se transformó en un remolonear de los brazos, agarrando con fuerza el brazo que apoyaba, sobre el que en ese instante, era su mundo.

No podía pensar en otra cosa. Maldecía el sentirse tan esclavo de su sentimiento. Estaba cansado de sentirse gobernado por sus pensamientos. Sabía que el amor se alejaba de la posesión y el paternalismo, pero ambos defectos eran cultivo de su forma de pensar. Es irracional, es incomprensible. Pensó profundamente, en lo mucho que era capaz de dejar de lado con tal de permanecer a su lado. No tiene sentido. Si amar significaba renunciar, él sabía que aquél, no era el camino.

- ¿Éstas despierta?

Ésta palabras fueron respondidas por un gesto inexpresivo:

- Ahora sí, pero me gustaría descansar. Anda, duérmete.

Ves, había vuelto a fallar. Era un pesado, era un obsesivo. Nuevamente maldijo su necesidad de sentirse querido. Parecía no tener límite. Se imaginó adicto a su sentimiento. Sabía que pronunciarlo era renunciar, era desnudarse. Por eso le costaba definir su estado de ansiedad. Le costaba definir su pulsación de corazón permanente al permanecer junto a ella. Se veía en lo alto de una colina, empuñando un gran mástil con una bandera blanca. Frente a un ejército impasible. Se rendía, se vencía, se moría. Pero en lo alto de la colina estaba a su lado. Bastaba sólo eso.

Daba igual la jeringuilla, daba igual el lugar, da igual el momento, la compañía o la dosis. Su compañía era su necesidad, su roce, su tacto, su saliva, su respiración, son la dosis, y la sobredosis la única salida a su obsesión.

- ¿Me quieres?

Naturalmente, el miedo a la respuesta de la pregunta, hizo que la cuestión no pasara de pensamiento. El miedo al no, el miedo al depende era tan fuerte, que jamás sería capaz de formular esa pregunta.

Nuevamente imaginó el resto de su vida a su lado. Del mismo modo hizo lo mismo pero sin su compañía. Era inútil. Se sentía cojo, manco, ciego. Era incapaz de imaginarse otro destino que el del amanecer al día siguiente abrazado a su costado, oliendo su pelo. Y por eso, por esta razón, y por este pensamiento, la sensación de esclavitud se hizo tan grande que cogió fuerzas de flaqueza para pensar en su autonomía, tan ficticia, como indeseada.

- ¿Eres feliz a mi lado?
- ¿Soy feliz a su lado?


Y los pensamientos se hacían cada vez más inaudibles. Sí, soy feliz a tu lado. Se imaginó el tono de su voz, se imaginó el suyo mismo, pero no sonaban veraces. Sólo necesitaba su espacio. Y la posesión es enemiga del espacio propio, y el paternalismo se lleva a matar con el pensamiento propio.

Debo ser yo mismo, debo ser fiel a mí mismo. Necesito tener mi tiempo. Necesito mis drogas en forma de palabras. Necesito mi familia, necesito mis amigos. Te necesito. Necesito emborracharme. Necesito sentirme vivo. Necesito llorar una vez a la semana, como poco. Necesito escribir, dos veces a la semana como mínimo. Necesito sonreír a cada chiste tonto. Necesito emocionarme al paso de cualquier ambulancia. Necesito hacerme fan de cualquier causa que esté perdida. Necesito llorar en el cine. Necesito revolverme las tripas al ver cualquier injusticia. Necesito tener un libro en la mesilla. Necesito tener fotos de todos los momentos felices de mi vida. Necesito llorar a solas. Necesito escuchar cada música tocada con sentimiento. Necesito compartir mis pensamientos. Necesito saltar y gritar desaforadamente. Necesito abrazar a los que quiero. Necesito hablar de lo que pienso. Necesito llegar a mi casa extenuado por haber exprimido el día. Necesito mi tiempo. Necesito acordarme de cada minuto a tu lado. Necesito sentir la necesidad de seguir buscando. Necesito que mi vista se pierda en el infinito, después de cada desayuno…

Eran tantas necesidades, que se sintió con los talones apoyados en el borde de un precipicio, mirando hacia la distancia al suelo, lejano. Se sintió en el equilibrio del que depende de una ráfaga de viento. Se sintió dueño de su lado. Del lado del abismo. Y del lado del que tenía apoyado los talones.

- Necesito…

Y esta palabra se volvió vibración sonora perfectamente audible en la habitación. Ella se giró en la cama, se dio la vuelta, y acariciando su mejilla, dueña de su propio sueño, le besó. Ella, por fin respondió:

- Te quiero

Y dejó su mano apoyada sobre su costado. Su costado, que no paraba de subir y bajar al ritmo de su pensamiento. Entonces, sólo entonces, entornó los párpados para dejar que su mente recorriera cada uno de los momentos que le hacían felices, y se dispuso a soñar. Al ritmo de las respiraciones que inundaban el silencio. Al ritmo del faro que cada segundo se encendía y se apagaba, se encendía, y se apagaba…

jueves, octubre 19, 2006

Agentes de inmovilidad

Hoy, un señor uniformado no me dejaba pasar a la calle donde vivo.

- Pero señor uniformado, déjeme usted pasar.

Mi tono de voz era implorante, atento, distendido, amable. Correcto.

- No!

Respondía el señor uniformado (agente de inmovilidad ciudadana), con su entusiasta juventud. Su misión era evitar el atasco. Las instrucciones de su jefe eran claras y precisas:

- ¡Rodríguez! ¡Por esta calle no pasa ni Dios!, Hasta que no se vacíe un poco, que tanto coche está colapsando la M-30

Creo haber tenido la mala suerte de que para Rodríguez era su primer día de trabajo, y más aún, su primer trabajo…

- Señor, debe usted desviarse, por aquí no se puede pasar hasta que no se ordene el atasco.

Rodríguez es un chico decidido, obediente.

- Vamos a ver, señor agente. Desde aquí veo que sólo está atascada la mitad de la calle, justo a la altura donde tengo el garaje, así que podría usted dejarme pasar y así poder entrar en mi casa. ¿lo entiende?

Rodríguez es un chico listo, y obediente. Rodríguez es más bien testarudo, y está un poco confundido por los pitidos del tráfico madrileño.

- Señor, no puede usted pasar, debe darse la vuelta.

Bien, parece que el chico tiene dificultades de escucha. Parece un síntoma evidente y claro de nueva educación de la ESO.

- Vamos a ver, señor agente. Si yo me doy la vuelta. ¿Dónde voy? Si mi casa esta allí (y un dedo acusador sale de mi mano señalando mi portal a pocos metros). Por favor, déjeme usted pasar a entrar en mi casa.

Rodríguez, no reacciona durante un instante y justo después saca una libreta para apuntar la matrícula de mi coche.

A todo esto detrás de mí hay una decena de educados conductores que halagan nuestra discusión y la adornan con bocinas y cánticos a familiares nuestros.

Resoplo un poco, y cojo fuerzas mientras veo como coge el bolígrafo para apuntar y escribe de manera nerviosa.

- A ver, señor agente. ¿podría usted ser tan amable de dejarme pasar cuando termine de apuntar con su libreta? Si no me deja pasar, no podré acceder al buzón que recogerá la multa que usted me va a remitir. Es más no podré entrar en mi casa, a cenar, ver Operación Triunfo y acostarme, para estar descansado y mañana levantarme para ir a trabajar para poder pagar los impuestos que financian los colegios donde se educa a las nuevas generaciones, como tú. Es decir, que no puedo entrar en mi casa, coño.

Rodríguez sopesa lo elevado de mi discurso, y me mira hacia los ojos, pero enfocando el infinito. Parece que hay una luz dentro de la cabeza de Rodríguez. Sí, no me equivocaba, Rodríguez es un chico listo, en el fondo.

- Lo siento, señor, podría haber dicho antes que vivía usted en esta calle. Pase, pase.

En ese momento, podría haber dado positivo en el control de alcoholemia, y juro que no bebí una gota. Pero fuego en la garganta, prometo que tenía un poco. Apreté el acelerador intentando no verter la rabia que me empujaba a hacer tragar su libreta al señor Rodríguez.

Por fin estaba en casa.

lunes, octubre 16, 2006

Nuevo, Novo, New, Nouveau

Suerte, Sorte , luck, Chance

Era la hora de la verdad. Había imaginado como iba a transcurrir cada minuto del día que se avecinaba. Lo tenía todo preparado, controlado. Quería disfrutar a cada segundo de todos. Porque estaban todos. No faltaba nadie. Su familia, sus amigos, sus allegados, sus queridos, sus queridas, los amados y las amadas. Todos radiantes ante el acontecimiento de su vida. Su vida tuvo una constancia constante. Un trabajo decente en una empresa mediana. Una vida sin sobresaltos. Una pareja decente. Un noviazgo de libro, de rosa,de película de domingo, y muebles de ikea. Una vida de libro de Bucay, con su rebeldía consumida, con su carrera universitaria sacada de mal gusto, con su trabajo de ocho a tres, con su piso en la urbanización de turno. Una hipoteca, un coche de marca común, un radiocasette, el grupo de moda, la ropa de H & M, Zara, Mango. Veranos de playa, turismo de pulsera, letras de canciones de Alejandro Sanz. Unos padres conformistas con los tiempos de la transición. Todos, todos, estaban allí. Éste. Éste era el momento. Era su momento. Lo había esperado durante tanto tiempo…

Llevaba su mejor vestido.

Llevaba la mejor de sus sonrisas.

Y sin quererlo apostaba al más pobre de sus destinos,

Apostaba a un futuro gobernado por la peor de las suertes…


Destino, Destinacao, fate, Destin


El mechero se había quedado sin gas. Maldijo su suerte. No podía mover un solo músculo. Tenía los pies agarrotados y la cabeza parecía flotar en una nada indescriptible. El dolor de las articulaciones era tan agudo, que se podría haberse tragado la papelina sin siquiera masticarla. Pulsó la rueda del mechero una vez más. La cuchara era nueva, la jeringuilla, y la goma también. Hoy había decidido hacerlo bien. Por fin el mechero vomitó la llama. La cuchara, nueva, reluciente burbujeaba. Olía a naftalina agria. Olía a años de mentira. Años de discusiones, robos. Años de rebeldía incongruente, inexplicable. Abrigada en las orejeras de los padres, y alimentada en el bozal de sus palabras. La jeringuilla succionó con fuerza. La mano le temblaba. Le costó acertar el lugar adecuado. La aguja traspasó la carne con facilidad pasmosa. Pensó que si quisiera la aguja podía traspasar su codo. Si aquello calmara su dolor, sin duda, lo haría. Apretó el émbolo. Notó el que el líquido hinchaba sus venas. Cerró los ojos. Apoyó su espalda en la pared y miró hacia el cielo…

Llevaba su mejor vestido.

Llevaba la mejor de sus sonrisas.

Y sin quererlo apostaba al más pobre de sus destinos,

Apostaba a un futuro gobernado por la peor de las suertes…




Porque al final todo es una mezcla de destino y suerte.

miércoles, octubre 11, 2006

Placebo para las próximas horas

El avión comenzó a elevar su morro poco a poco. La aceleración empujó mi cabeza hacia atrás, y me giré para ver el paisaje. Al principio sólo veía el asfalto de la pista. A medida que el avión despeaba, distinguía los techos de las casas, las carreteras, los cultivos. Podía ver los coches, podía ver colegios, y edificios enormes. Y según iba subiendo, todo se iba uniendo, formando un conglomerado uniforme. Un rato después, la tierra se confundía con el mar. Debajo de mí, se encontraban mis prejuicios, mis límites, mis obsesiones, mis ataduras. Pero ahora volaba hacia algo nuevo, hacia nuevas sensaciones, experiencias, vivencias, oportunidades. Sin embargo no sentía que perdía todo lo bueno que dejaba atrás. Me lo llevaba conmigo.

martes, octubre 10, 2006

Mar de Olivos

La ventanilla pone en marcha un oleaje extraño, continuo. Es un oleaje verde, seco, ordenado en copos redondos. El oleaje se extiende en el horizonte. Mi nariz me delata cierta nostalgia, en lo genético y en lo olfativo. Detrás del vaivén del tren hay historias con rumbo de regreso.

Casi dos décadas después todo parece permanecer en su sitio. La década de los ochenta en ciento cincuenta metros cuadrados que no han notado el cambio profundo de España. Todo sigue en su sitio. Los retratos, los cuadros, los muebles. Todo sigue en su sitio menos los sentimientos de nostalgia de pasado. El pasado de los que se marcharon, dejando estelas de una época rígida, caricaturizada por su aparente orden del ordeno y mando.

Pero tras los que se marcharon, están los que se quedaron. Sin conocer el contacto de la raíz en su base, me dejo imbuir por cada una de sus inquietudes, sus vidas, sus quereres. Y sin quererlo, cada uno forma parte de mí. La distancia se ve superada por la sangre, a la vez que un infinito hilo une lo que la lejanía había separado. Están ahí, forman parte de mi vida.

Y delante de ellos está la persona que en su inevitable amor a todo su pasado, no deja de confundirse, creyendo que el respeto se gana con la figura de la rigidez. Esta persona, que en un desliz confundió el respeto con el miedo, fue la persona que me enseñó a crecer, me sentó a su lado a escuchar música, a leer. Esta persona que bajo el olor agrio de cada lienzo, cada pincel untado en óleo, me enseñó a apreciar el arte, me enseñó a cultivarme de cada página, de cada libro. Me mostró que la palabra y el diálogo son armas capaces de desmontar a cualquiera. Esta persona me enseñó a ser sensible a la belleza, a ser coherente, a ser comprensivo, a ser respetuoso, a ser sincero, a ser honesto, a enfrentarme a mis miedos a través de la cultura. Esto, y tantas otras cosas, son más que suficientes. Mucho más que suficientes, para infundir respeto. Y mientras me enseñaba, no había miedo, sino cariño. Mientras me enseñaba no había rigidez, había comprensión. Y todo esto infunde mucho más respeto que el miedo. Un respeto tan grande, como el de un hijo, a su padre.

miércoles, octubre 04, 2006

SÍNDROME DE ANÁLISIS-PARÁLISIS-CATARSIS POR EXCESO RUTINARIO DE TRABAJO

Síntoma I: Olvido de menesteres de importancia nula en el trabajo

Síntoma II: Olvido de menesteres de importancia máxima en lo personal.

Síntoma III: Caminar pensativo, sin saber en qué se piensa.

Síntoma IV: Ideas erráticas, peregrinas, sin sentido.

Síntoma V: Fallos tontos, y sonrisas vehementes como respuesta.

Síntoma VI: Disminución del tiempo de concentración en tareas instintivas (comer, conducir, leer…)

Síntoma VII: Lectura de datos selectiva, mal enfocada. Incapacidad de síntesis.

Síntoma VIII: Las respuestas afirmativas son las más cómodas y no hacen pensar.

Síntoma IX: Multitud de tareas abiertas, incapacidad de acabar por completo ninguna. Extenuación por falta de rendimiento del tiempo empleado.

Síntoma X: Enfado interno, pérdida de estima personal, pensamiento de equivalencia entre el jefe y el ogro. Pensamiento de equivalencia entre la empresa y la cárcel. Pensamiento de equivalencia entre las drogas y la salvación.

Síntoma XI: Tendencia a proyectar el enfado interno a ser querido. A mayor querer, mayor enfado.

Síntoma XII: Vulnerabilidad ante problemas sin relevancia. Estado inerte. Ausencia de recreación visual, intelectual, sexual, sentimental, auricular y emocional.

martes, octubre 03, 2006

El templo del rey del desierto...

Resuena el aire que respiro, por toda la ciudad. Me escucho dentro, indago en mi pensamiento, para no comprender nada. Los pasos marcan el ritmo de mi mente en blanco. La ciudad se hace conforme paseo por ella. Se descubre con formas familiares.

El ritmo lo marca mi impulso. Mi impulso nace de un motivo. Mis motivos se transforman en mis actos. Mis actos crean nuevos motivos. Los motivos marcan mi ritmo.

Asoma, a lo lejos. Un paisaje, un motivo. Y el ritmo se acelera. Tengo que llegar, tengo que verlo, tengo que tocarlo…

Y de nuevo, ante mí, se erige. Concentrada. Impuesta. Enorme. Flotante. Extenuante…

domingo, octubre 01, 2006

Mirar a los ojos

Mírense a los ojos, por favor. Mirémonos a frente a frente. Las miradas nunca engañan. La boca aprendió a engañar por culpa de la experiencia. Las manos aprendieron a autoengañarse por culpa de la imaginación. Los oídos son díscolos y tienden a escuchar aquello que más le conviene. El olfato no es fiable, porque es muy fácil ocultar esencias.

Pero los ojos, los ojos son incapaces de mentir. Porque cuando mienten, se avergüenzan de verse reflejados en otros ojos.



Para todo aquel que haya vivido los tiempos de la movida madrileña, y también para el que no… Una visita imprescindible es la exposición de fotos de Alberto García-Alix en la fundación del Canal de Isabel II.

Me quedo con las expresiones en los ojos de cada protagonista. Imposible no salir de la exposición, con el corazón un poco encogido.

domingo, septiembre 24, 2006

Capel 16

Sin estar. Estando. Sin pensar, pensando. Tengo un virus que me impide ver más allá de lo que pienso. Me paso el día intentando volar sobre mis sentidos para alejarme y ver a todo el mundo a la vez, y así saber cuáles son los pensamientos de la gente. Admiro a los acróbatas que se vuelan por los aires sobre un público de circo.

Una vez alguien se pasó seis años subido a un andamio para pintar un juicio final, donde desde lo alto las figuras se erigen en dueños de los pensamientos de todos y cada uno de los que desde abajo miramos embobados, perdiendo de vista todo nuestro alrededor.

Los paracaidistas más cobardes cierran los ojos mientras sobrevuelan el paisaje. Los paracaidistas más valientes se entretienen en observar todo lo que le rodea desde su privilegiada posición.

jueves, septiembre 21, 2006

Sinceridad

La sinceridad es afilada y corta. Hay personas con la capacidad suficiente de saber decir verdades en cada momento, medias verdades cuando conviene, y no verdades cuando les interesa. Decir la verdad es un arte de equilibrio, de malabarista. Es un arma de doble filo. Sincerarse libera tensiones, angustias, pero también te descubre, te desnuda, te expone, te deja indefenso. Ser sinceros es complicado, porque nos entregamos sin defensa alguna. Decir lo que se piensa en momentos complicados puede hacernos daño. Por desgracia no tengo habilidad para mentir, mis ojos y mi gesto me delatan. Y esto no deja de ser un contratiempo hoy en día.

martes, septiembre 19, 2006

Striptease emocional

No me cansaría de escribir historias que contuvieran los siguientes verbos, y ocuparía mi tiempo en recordar cada momento que representan, por el simple hecho de que fui tan feliz al vivirlos que no me arrepiento de sentirlos:

Recuperar todos los vestigios de vidrios.
Perdernos camino a cachi.
Explorar caricias y abrazos.
Renombrar tus sentidos.
Dejar descansar juntos los pies.
Inmortalizar cada sonrisa.
Colorear cada minuto.
Ni mucho, ni poco. Ni ciento volando.
Exponer la verdad de la inocencia.
Vivir intensamente cada instante.
Abrigarte del frío de tus pies.
Acompañar, escuchar, esperar.
Cenar en el canal de la recompensa merecida.
Comprender.
Rescatar en cada boda un baile.
Caminar perdidos, desorientados, juntos.
Escuchar las bandas sonoras de nuestro tiempo.


Pero a veces, ni siquiera demostrar los sentimientos, es suficiente para ser consciente de la distancia que separan a dos personas. Más aún cuando la distancia se hace pensamiento. Y la distancia, al final, duele.

viernes, septiembre 01, 2006

Etapa III. Próximo destino, la historia.

El descanso del guerrero llama a mi puerta. Estaré unos merecidos días comprobando que inspiró a Visconti para rodar Muerte en Venecia y el Gatopardo.

Sed buenos. Traeré fotos.

Besos y abrazos.

miércoles, agosto 30, 2006

El iluso ilusionado

Lo reconozco. Vivo en un estado de pensamiento constante ilusionante. Sí, me ilusiono con facilidad, tengo tendencia a buscar el punto máximo positivo a cada palabra, a cada aspecto. Este estado, la experiencia, y apenas unos pocos años, me han enseñado a controlar parte de mi ilusión, pues la decepción ataca con bombas de racimo, y las cicatrices sólo quedan bien en cuerpos de piratas, o maleantes. Aún así me siento enfermo crónico de mis desilusiones, pero el tiempo lo puede todo.

Pero hay intervalos de tiempo en los que la ilusión de lo nuevo, lo bonito, lo reciente o lo que provoca pensamientos futuros, se vuelve rutina de matrimonio eclesiástico, o costumbre de pensamiento abotargado. Entonces, sólo entonces, me siento un alpinista frente a una pared de 180 grados. Y cada saliente de la pared me vale para sostener mi ilusión hasta que de pronto, sin que la espera parezca albergar esperanza que conserve ningún el resquicio de futuro…

Aparece algo, alguien, ello, ella, esto, esa, aquello, muchos, pocos, bastantes, suficientes, que me devuelve mi ilusión interna.

La simple ilusión del pensamiento puro, del aprendizaje, de verte en un espejo, más joven y con ganas. La simple ilusión del querer es poder, del luchar, del no saber mezclado con el querer conocer. Simplemente eso. El esfuerzo de las personas que creen en algo, que aprenden algo con la avidez de la simple carencia de malicia. Aquellas personas que en su dolor de hacerte el menor de los daños, te hieren apoyadas en el amor del cariño conducido. Con nombre y apellidos, ellas, ella. Aquellas que miran con pupilas que lanzan saetas en forma de preguntas, además de con el ánimo de saber, con el ánimo de mejorar. Aquellos, aquellas, éstos y éstas. Nosotros somos el futuro.

Y de pronto, tu ilusión de aprender, se transforma en ilusión por enseñar y por seguir aprendiendo a la vez. Y el alumno supera al maestro, y todo evoluciona, en su curso, en su momento.

Por eso, hay veces que me siento esponja de todo lo que me rodea. Por eso, me siento en deuda con todos los que restaron gran parte de su tiempo en mostrarme el porqué de las cosas. Empezando por mis padres, siguiendo a mis hermanos, y posteriormente las dueñas de sus ciclos de la luna. Por su constancia. Por su paciencia. Sólo soy capaz de tener un sentimiento.

Adivinad cuál.

lunes, agosto 28, 2006

Reflexiones a cerca de una leyenda magiar.

Cuenta una vieja leyenda, que andaban un viejo Rey, y su hijo futuro candidato a la regencia del país, caminando por su reino. En un momento de la conversación, el joven príncipe preguntó a su padre:

— Si yo estuviese en tu lugar, Padre, gobernaría el país con más energía. Premiaría a los hombres buenos, pero no tendría piedad para los hombres malvados. En poco tiempo dejaría la tierra libre de criaturas pérfidas.

El padre no le dijo nada. Caminaban por un sendero de la montaña. De pronto el padre señaló a su hijo un arbusto en torno al cual zumbaba un enjambre de abejas.

— ¡Qué laboriosos y graciosos animalillos! Capturémoslos, hijo, y los llevaremos a nuestro castillo.

El hijo se lanzó sobre el enjambre y logró aprisionarlo en su sombrero. Una de las abejas que no toleraba el encierro, expresó su indignación clavando su aguijón en un dedo del joven príncipe. Entonces, lleno de ira y de dolor, arrojó por tierra su sombrero lleno de los minúsculos huéspedes y lo pisoteó, hasta dejar en un instante, destruido todo el enjambre.

— No respetas la justicia, Hijo —le amonestó el Rey—. Por una abeja culpable, has castigado a todas las abejas inocentes.

— Bueno, eeh... Admitirás, Padre —trató entonces de excusarse el príncipe—, que no hubiera sido cosa fácil distinguir entre la multitud de los insectos al único que me ha picado.

— Ay, amigo mío. Si tú fueses Rey, te comportarías con los hombres del mismo modo que te has comportado con las abejas. Harías pagar a los buenos la culpa de los malvados.


Ahora tratemos de localizarnos en un enjambre y preguntemos si la justicia dentro de nuestro enjambre se reparte por igual.

Miremos al horizonte, a ver que vemos. Miremos si hay diferencias entre razas, edades, nacionalidades, credos y educaciones.

Y preguntemos a los que se creen dueños del poder de la justicia, cuántos civiles inocentes palestinos o israelíes, cuántos niños, y cuánta vergüenza cabe dentro de los que durante seis décadas de conflicto, llevan educando a sus hijos en el odio irracional.

martes, agosto 22, 2006

En Tierra de Oz

En la tierra de Oz, hay un mago.

El señor espantapájaros desea un cerebro que le haga más listo. Basta un título de doctor, para convertir a un espantapájaros en una persona sabia.

El León cobarde se siente falto de valor, pero sólo el hecho de imponerle una medalla, le hace ganar la confianza suficiente en sí mismo, para tener valentía.

El Hombre de Hojalata quiere un corazón. El mago de oz le regala su merecido corazón, después de enunciar la frase: “No tiene más corazón quien más quiere, sino que es más querido”

Y Dorothy tan sólo quiere volver a su casa.



Hoy me puse las gafas a propósito, a ver si localizaba Leones Cobardes, Espantapájaros y Hombres de Hojalata.


Y os juro, que vi unos cuantos…

domingo, agosto 20, 2006

Recuerdos transoceánicos

Cada tarde, cada domingo. En la confitería Ideal de Buenos Aires, hay dos vidas que unidas, bailan tango. Lalo y Elena, llevan mucho tiempo recorriendo el mundo cada verano en busca de recuperar su memoria. Memoria que Lalo gasta en forma de chistes, historias de su vida, sus negocios… Mientras Elena le reclama su silencio, en pos de no enturbiar a los que escuchamos con atención ávida, incisiva. Y allí están, unidos el uno y el otro, por el tiempo que pasan juntos. Viven su enésima juventud en su cuerpo gastado, pero viven y recuerdan. Elena canta el himno asturiano, origen familiar, derramando una lágrima y recuerda los tiempos en que formaron una compañía de teatro…

Hay personas que no dudan en compartir y hacer partícipes de sus vidas a quien se cruza en su camino, con ganas de escuchar. Hay personas que han vivido tan intensamente que sólo escucharles es un placer. Yo conozco dos de ellas, y ahora mismo, seguro que bailan tango en la confitería Ideal de Buenos Aires.

miércoles, agosto 16, 2006

Capitanes de Abril.

Motivos. Nunca podría enumerar de uno en uno todos los motivos que mueven mis actos. No me siento tan mayor como para dejar de preguntarme el porqué de las cosas, y no soy tan joven como para dejar de preocuparme por consecuencias. Establezcamos un patrón de vida. Un patrón de vida occidental, cómoda, asequible, sin preocupaciones. Huyamos de lo difícil. Tiremos por la calle de en medio. Eso pretenden enseñarnos desde pequeños.

A las personas las mueve el hambre, cuando apenas tienen cubiertas sus necesidades básicas. Más allá de un trozo de pan y un buche de agua todo carece de importancia. Cuando vamos cubriendo necesidades, van cambiando los motivos por los que actuamos de una determinada manera.

Empecemos a preguntarnos qué nos mueve a levantarnos todas las mañanas. Empecemos a preguntarnos qué nos mueve a actuar del modo en que actuamos.

¿Motivos?

Elijamos nuestros motivos entre tantos: Amor, Hambre, Dinero, Odio, Vanidad, Supervivencia, Altruismo, Inconsciencia, Pereza, Injusticia, Responsabilidad, inercia…

Los motivos pueden ser nombres de sustancias intangibles, adjetivos, países, personas, deseos…

Los motivos pueden llevar incluso a mover masas…

El 25 de Abril de 1974, un movimiento militar pone fin a la dictadura salazarista que dominaba Portugal desde 1933. Este movimiento militar hizo continuos llamamientos radiofónicos a la población para que permaneciera en sus hogares, mientras ellos pertrechaban el golpe. Miles de portugueses hicieron caso omiso a sus héroes y ganaron las calles mezclándose con los militares sublevados, flores en mano. Quien sea capaz de preguntarse el motivo por el cual un pueblo es capaz de derrocar un gobierno, exponiendo su vida y su familia por una ideología, que se lo pregunte…

En el mismo instante en el que estás leyendo esta sinrazón, hay miles de personas motivadas para hacer daño a quien creen sus enemigos. En este mismo instante hay millones de personas que se levantan cada día motivados por la simple existencia de la persona que tienen a su lado. Otros se conforman con dejarse llevar por la inercia de la supervivencia. Otros están por estar. Otros, se levantan cada día acorazados en sus aspiraciones de vanidad, dinero, poder. Otros muchos están, para satisfacer el ego de los que no sienten su existencia lo suficiente, y necesitan tener miserias a su lado. Y muchos otros se levantan cada día sin saber si van a poder llevarse algo a la boca.

Recomendaciones:

Léase las instrucciones anteriores detenidamente

Pregúntese los motivos que mueven sus actos después de cada comida

Diluya sus motivos en su circunstancia, y pregúntese cuando tardaría en diluirse en otra totalmente diferente.

En caso de duda, busque en lo más profundo de su corazón.

Si aún así no encuentra motivos, es que no ha pensado lo suficiente.

martes, agosto 08, 2006

Elegir, planificar, optar, esperar.

Mañana, que alguien me cuente algo sobre mañana. Mañana hay una probabilidad entre un millón de que de repente te encuentres sólo en el mundo.

Si alguien estuviera tan seguro de que mañana:

- No caiga un meteorito en la tierra.
- No te despidan repentinamente del trabajo.
- No tengas un hijo.
- No te enfrentes a cualquier maleante.
- No te toque la lotería.
- No te ocurra una desgracia hiriente.
- No se caiga tu casa.
- No te abandonen.
- No cierren tu bar preferido.
- No prohíban tu droga más consumida.
- No repongan “Verano Azul”

O bien, mañana también puede suceder:

- Que encuentres tu lugar en el mundo.
- Que alguien te ponga en tu sitio.
- Que alguien te haga llorar.
- Que encuentres a alguien, con quien ser feliz.
- Que sepas reconocer a tus enemigos, y a tus amigos.
- Que un amigo te defraude.
- Que des más importancia al trabajo, que a los tuyos.
- Que tu pareja, te quiera más que nunca.
- Que un amigo, te invite a una cerveza.
- Que tu familia se una.
- Que de repente, tengas la sensación de que no es casualidad.
- Que se te caiga una pinza de la ropa.
- Que se te olvide de donde vienes.


Y tantas otra cosas…

Una partida de ajedrez tiene millones de combinaciones. Una partida de ajedrez tiene reglas y límites estrictos. Aún así, sería imposible de que dos personas repitieran la misma partida de ajedrez.

Ahora transformemos las fichas de una partida de ajedrez en nosotros. Extendamos el tablero a nuestra vida, y contemos las posibles combinaciones.

Y que ahora alguien se atreva a contarme que le va a suceder mañana. O dentro de un minuto.

Ánimo valientes…

jueves, agosto 03, 2006

Las vías de la felicidad.




“Ya bastaba. Apoyando el vaso sobre la barra, pensó en no hacerse daño nunca más. El vaso quedó pegado a la barra como por arte de magia. Era de esas barras metálicas de fiesta de barrio. No recordaba haber vertido ni una sola gota, creía que todo se alojaba en su organismo, que ahora mismo luchaba por metabolizar la sustancia que hacía que su cerebro pensara más de lo normal.

Todo el mundo quería chocarse con él. El camino correcto era el suyo, pero parecía que hordas de gente había decidido lo contrario. La experiencia de probar todos los sistemas posibles que conmovían su organismo, vía intravenosa, pulmonar, o digestiva, le resultaba esclarecedora. Ahora todo estaba claro. Él era el único victorioso, el que llevaba razón, era el elegido, y todos los demás estaban equivocados. “Se han perdido todos menos yo”, “Se equivocan todos menos yo”. El tambaleo de sus piernas era un ardid para esquivar a la gente, que miraba, envidiosa, su capacidad de sonreír sobre lo imposible. Lo peor de todo es que la mandíbula empezaba a desencarjase. La vía pulmonar hacía su efecto. Se notaba demasiado ligero con las palabras. También el estreñimiento de varios días, le recordaba su coqueteo con la vía intravenosa, y el juego de piernas a lo Fred Astaire le delataban como un asiduo a la vía digestiva.”






El extracto anterior sirve de pie a una teoría de una noche de verano:

La vida es una romana (descúbrase su significado como báscula). En el gancho, nos colocamos nosotros y nuestra familia. Con el tiempo vamos añadiendo personas importantes que cuelgan del gancho, véase amigos, pareja, … Juntar personas, es juntar vivencias, buenas, malas regulares. Pesar estas personas en el gancho significa, sentir, amar, vivir, sacrificar, perder, responsabilidades, frustraciones, alegrías, victorias y derrotas. Al final, del gancho cuelga el peso de nuestra vida.

Al otro lado de la romana, intentamos compensar el peso de lo que colocamos en el gancho. Lo compensamos riendo, disfrutando, sintiendo. Ponemos nuestro esfuerzo, nuestro cariño, nuestro trabajo, nuestra mejor virtud como contrapeso. En definitiva, queremos equilibrar el peso que cuelga del gancho. Hay veces que no llegamos a compensar el peso, y soltamos lastre. Nos deshacemos de lo más inútil que cuelga del gancho. Dejamos atrás amigos, renunciamos a los hijos, abandonamos a seres cercanos… Nos enfadamos, nos frustramos, porque no somos capaces de sostener el peso de nuestra vida. Y de repente, descubrimos en la química y sus vías (intravenosa, pulmonar y digestiva) una manera de engañar a la romana. Superficialmente nos creemos capaces de soportar el peso de lo que incluye nuestra vida, pero la química no deja de ser el como el mal tendero, que tara la romana, para creerse que el gancho del que cuelga el su vida, pesa más de lo que parece…

Existen otras vías de tarar la romana. Podemos, simplemente creernos felices sosteniendo el peso de nuestra vida, hasta que la realidad nos descubre lo contrario, y soltamos de una vez todo lo que cuelga del gancho…

También puede que nos colguemos demasiado peso en el gancho, y no encontremos suficiente contrapeso para equilibrar la romana….

O puede que apenas colguemos peso de la romana, con lo que nuestra vida será más fácil, pues apenas tendremos que poner contrapesos…

Ejercicio de la semana:

Pesemos nuestras vidas. Sopesemos nuestros contrapesos. Eliminemos los aditivos químicos de nuestra vida. Eliminemos pesos muertos. Añadamos con historias que merezcan la pena los huecos libres del gancho. Disfrutemos del equilibrio.

domingo, julio 30, 2006

Hemisferios

Ayer soñé que escribía con la mano izquierda. Soy diestro, pero en mi sueño era como si no supiera manejarme con mi mano derecha, así que utilizaba la izquierda para todo.

El cerebro humano se compone de dos hemisferios. El izquierdo procesa las capacidades verbales, analíticas, racionales, temporales, lógicas y lineales. El hemisferio derecho es el dueño de nuestras reacciones inconscientes, atemporales, irracionales, espaciales e intuitivas.

Cada uno de nosotros desarrollamos, en mayor o menor medida, las capacidades de cada hemisferio. Esto explica que muchas veces nos perdamos, dejemos de sentir el paso del tiempo, hagamos cosas irracionales sin que sepamos el porqué. En esos momentos el hemisferio derecho está ganado la partida al izquierdo. En esos momentos, la pasión, la inconsciencia, el roce, una mirada, una palabra, puede ser suficiente para volvernos locos. Que tire la primera piedra aquel que nunca haya:

- Perdido la noción del tiempo
- Tenido un pálpito, una intuición, sin base razonada aparente.
- Comprendido una metáfora, un símbolo, una representación alegórica.
- Sentido algo que no haya sido capaz de explicar con palabras.

Estamos gobernados por el hemisferio derecho.

Pero también a veces la química de nuestro cuerpo, se pone las gafas y medita. Medita razonadamente. Que levante la mano aquel que nunca haya:

- Descrito un objeto con palabras.
- Medido el tiempo para no llegar tarde a un sitio.
- Resuelto un problema matemático, simple o complejo.
- Conectado dos pensamientos, para formar un solo, totalmente lógico

Nos gobierna el hemisferio izquierdo.

La eterna inercia de hacernos a nosotros mismos la vida más fácil y evitar los problemas, nos hace usar regularmente uno sólo de los hemisferios. Seguro que existen tantas personas viscerales, como calculadoras. La ciencia nos dice los hemisferios cerebrales están conectados. Esto explica que muchas veces, uno más uno, no sea igual a dos. Explica que hay personas que no necesitan recibir tanto como dan. Explica que haya gente que sienta el amor como una fórmula matemática, en la que las incógnitas son los sentimientos.

Y los del hemisferio izquierdo (el racional), se empeñarán en medir el cariño con bodas, bautizos, sexo, comuniones de partidos políticos y faldas de corte vintage. Éstos, no tendrán miedo en calcular las posibilidades de éxito, la fecha de su muerte, los hijos que pueden tener y los gastos que pueden suponer, así como las veces que gana su equipo.

Mientras, los del hemisferio derecho (los pasionales), lucharán con harapos por su inconsciencia, por su “porque no me da la gana”, por su pasión por el arte de lo inconcebible. Recibirán hostias continuas por su inocencia. Responderán con rosas a los tanques, y derrocharán sus sentimientos amando sin sentido…

Pero ya basta, por favor, ya basta de dividirnos en dos. Basta de separar nuestros sentidos y comportamientos. Sería maravilloso experimentar todos los matices que existen entre los polos que nos imponemos inconscientemente:

Izquierda y derecha.
Norte y Sur.
Azul y Rojo.
Pepsi y Coca-Cola.
Riqueza y Pobreza.
Blanco y Negro.
Cola Cao y Nesquick.
Hombre y mujer.
Cruces y medias lunas.
Sudor y sangre.
Sentido y sensiblidad.
Papa Noel y los Reyes Magos.
Padre y Madre.
Arena y Agua.
Beatles o Rolling Stones

Tú y yo.

miércoles, julio 26, 2006

La garganta del sinsonte

Ayer, mientras caminaba por la calle, pensativo, la persona que iba justo delante de mí se paró y me miró de repente. En ese momento me descubrí hablándome en voz alta a mí mismo. La cara de la persona fue bastante condescendiente. Una de dos, o bien me afectó demasiado el calor de la tarde, o necesito unas vacaciones.

En ese momento vino a mí la canción de Silvio…


Si no creyera en la locura
de la garganta del sinsonte
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura
si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza
si no creyera en lo que agencio
si no creyera en el camino
si no creyera en el sonido
si no creyera en mi silencio
qué cosa fuera
que cosa fuera la maza sin cantera
un amasijo hecho de cuerdas y tendones
un revoltijo de carne con madera
un instrumento sin mejores resplandores
qué lucecitas montadas para escena
qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera
qué cosa fuera la maza sin cantera
un testaferro del traidor de los aplausos
un servidor de pasado en copa nueva
un eternizador de dioses del ocaso
júbilo hervido con trapo y lentejuela
qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera
qué cosa fuera la maza sin cantera
si no creyera en lo más duro
si no creyera en el deseo
si no creyera en lo que creo
si no creyera en algo puro
si no creyera en cada herida
si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida
si no creyera en quien me escucha
si no creyera en lo que duele
si no creyera en lo que quede
si no creyera en lo que lucha
qué cosa fuera
que cosa fuera la maza sin cantera
un amasijo hecho de cuerdas y tendones
un revoltijo de carne con madera
un instrumento sin mejores resplandores
qué lucecitas montadas para escena
qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera
qué cosa fuera la maza sin cantera.

lunes, julio 24, 2006

LA FRUTERA DEL PASEO DE LA ESPERANZA

Qué guapa es la frutera,
Cuando al abrigo de la báscula,
Me pesa las peras.

Qué bonitos ojos tiene,
Cuando con sus guantes,
Un melocotón sostiene.


(sic)

jueves, julio 20, 2006

Piel de gallina

Mira hacia el infinito. No, no me mira. Sí, si me está mirando. No, ahora no. Sí, ahora parece que sí. Me pregunta con la mirada, me inquiere, me pide algo. No sé. Es su mirada, me confunde. Parece que me adivina el pensamiento.

Sigue ahí, mirándome. Sigue inexpresando algo. Me molesta. Me aturde. No sé que hacer con las manos. No puedo apartar la mirada, y cuando lo hago, vuelvo al segundo a mirar en la misma dirección.

Ya no me mira, pero la miro.

Me mira.

Rehúyo la mirada. ¿Qué pasa? Me pongo nervioso. Me gustaría ponerme de pie y marcharme. Pero no puedo. ¿Qué pretende?

Otra vez, otra vez me inquiere con la barbilla. Le respondo con cara desencajada arqueando mis cejas. Nada.

Un frío escalofrío recorre mi piel. Siento la camisa pegada por el amargo sudor en mi espalda. Ella se levanta y se siente en el único hueco libre que quedaba en el banco, justo delante mía. Me sigue mirando.

Son unos ojos claros, azules, de un color ártico, helado. Sostengo la mirada unos segundos, los suficientes como para que un repentino temor me inunde otra vez. Es el mismo demonio.

Y sigue ahí, mirándome. Hasta que de repente se levanta, se acerca. Mi corazón late al doble del ritmo de los pasos que la acercan a mí. Quiero irme. Pero no puedo. Ya está ahí. Le queda muy poco para tocarme…

Y con un gesto inexpresivo, me pone la mano en el hombro y espeta: Eh, chaval, que llevas la bragueta abierta…

lunes, julio 17, 2006

Trópicos

A que no te acuerdas del día que naciste. Estabas, eso seguro. Tus padres se llevaron la mayor felicidad de sus días. Incluso te costaba apreciar los cambios que sufría tu cuerpo. Crecías y engordabas a pasos agigantados. Incluso reías las gracias que no comprendías. En el fondo, empatizabas con los seres que te cuidaban.

A que no te acuerdas del día que hablaste. Pues sólo aspiraste un ruidito, que apenas escucharon tus padres, volvieron felices cada segundo que seguía a tu ruidito. Y allí empezó todo. Comenzabas a transmitir mejor lo que querías, incluso podías conseguir enfadar, alegrar o cambiar el humor de quien te rodeaba a tu antojo.

Tus primeros recuerdos, son de caras, de gestos, de juguetes, de anécdotas. Seguro que son recuerdos sueltos, absurdos, sin aparente sentido. Seguro que sonríes al acordarte de ellos. Son buenos, eso sin duda.

La memoria es selectiva en nuestros primeros años. La primera vez que fuiste consciente de llorar, lo hiciste con todas tus ganas. Para ti se había cometido la mayor injusticia del mundo. Ya empezabas a vislumbrar que todo no era tan fácil como antes.

Después la memoria te conduce a tus aventuras, tus travesuras, tus hermanos, primos, tus primeros amigos. Entonces lo importante era sonreir. El colegio te abrió los ojos. El mundo se abría ante ti. Aprender, no era difícil. Hacer lo que mandaban los profesores, a lo mejor sí era difícil.

Crecías, y un montón de partículas de tu cuerpo llamadas hormonas, empezaron a cambiar tu cuerpo, tu peinado, y tu manera de vestir. Ya no había porque hacer lo que mandaran los padres, los profesores, los jefes, los señores de la tele. Todo era cuestionable. Decir a todo que no era un gran lujo. Todo se podía hacer de otra manera. El mundo estaba mal hecho, y tú, junto con un montón de hormonas, te creías capaz de cambiarlo.

Y llegó el día en el que además, creíste enamorarte. Y nuevamente cambió tu cuerpo, tu peinado, y tu manera de vestir.

Después las hormonas se fueron escapando en todo el alcohol que bebiste, en todas las películas que viste, en lo libros que leíste, en los besos que diste, en las excursiones que hiciste…

Y de repente, te dolían las muelas del juicio. O eso, o unas increíbles ganas de independizarse te hicieron aventurarte a vivir fuera del hogar. La razón ya ganaba alguna batalla a la inconsciencia, y pronto comenzaste a valorar otros alcoholes, otras películas, otros libros, otros besos y otras excursiones. Tu pelo agradeció el cambio, y tu bolsillo empezó a necesitar tener una cartera que no tuviera ningún adorno que no fuera unos cuantos billetes, para vivir.

Y llegó el día en el que además, supiste enamorarte. Y sorprendido, te viste repitiendo una frase antes escuchada muchas veces, pero que no llegaste comprender hasta entonces. Merece la pena, ya lo creo.




Y a partir de ahí, el tiempo se pasa volando. La frase –parece que fue ayer- se convierte en una muletilla a compartir con los amigos o la familia. Incluso la tristeza parece que te vence, cuando el dolor transforma la vida de alguien a quien queremos en recuerdos, sin opción a despedirnos.

Y todo es tan rápido que apenas nos da tiempo a vernos reflejados en la sonrisa de aquellos que comienzan el camino, patucos en pie, babero en pecho y ojos de travieso.

Los recuerdos son tantos que hemos tenido que inventar el vídeo y las cámaras digitales, para convencernos, de que sí, de que parece que fue ayer,

De que todo merece la pena,

Ya lo creo.

domingo, julio 16, 2006

Instante

Sin motivo,
Respiro,
Y en este instante,
Mi corazón,
Seis veces ha latido,
Y respiro.

miércoles, julio 12, 2006

Primera persona. Femenino. Singular.

No me identifico con la vulnerabilidad de la inconsciencia. Me emborracho, me drogo, y me enamoro de historias sabiendo lo que tengo entre manos. Soy consciente de mis sentimientos y no me escudo en la euforia de los primeros síntomas para creerme única o imprescindible. Lo único que busco es una vía de escape hacia mí misma. Sin hacerle daño a nadie. Sin hacerme daño.

Es difícil.

Complicado.


Más aún sostener en tu espalda el que dirán o el que pensarán. Pesan mucho las costumbres, los deseos, las ideas.

Pero no.

Me niego.

A ser más de lo mismo.

A ser lo que se espera de mí.

A ser lo que se presume de mí.

A ser lo que quiero que veas de mí.

A ser una más.

A ser amada sin pronósticos de futuro, ni pasado.

A ser servida por propósitos interesados.

A ser esclava de reglas o mandatos.

A ser coballa sobre jaula, y sobre noria. Enjaulada.

A no ser fondo, a no ser deseada.

A eso.

A todos.

A nada.





Por eso,

Por todos,


...

lunes, julio 10, 2006

Soluciones al punto y seguido

Lo prometido es deuda. Dos posibles soluciones al enigma del punto y seguido:


Solución Bécquer:


Miedo, podría definirlo como miedo. Estaba escondido, observando como el viento removía el pelo sobre un costado de su espalda. Dormida, miro sin saber si te llego, te alcanzo o me resigno. Llegado un momento concreto, por fin pude poner nombre a un sentimiento. Llegado ese momento por fin pude entenderlo. Duele,tengo miedo y me conmueve. Amor.


Solución Hitchcock:

Miedo, te podría congelar la sangre. Era su pensamiento escondido. A un costado de la cama, el cuerpo sin vida, tumbado sobre un charco de sangre apuntaba hacia la puerta. Allí, el asesino dejó restos de pelo sobre el cuchillo que hace un momento removía la muerte de su descanso. Fue en un minuto en concreto. Fue un crimen pasional. Fue un crimen por Amor.

jueves, julio 06, 2006

Punto y seguido. (Capítulo I)

Escríbase un comentario de no más de cinco líneas en un blog (puede ser, incluso éste).

Comiéncese con la palabra "Miedo", y termínese con la palabra "Amor"

En algún lugar del párrafo deberán aparecer las siguientes palabras:

"Concreto"

"Costado"

"Pelo"

"Remover" (en cualquier forma verbal)

"Escondido"

El párrafo deberá tener sentido.

Temática libre.


En caso de duda, recurra al pensamiento más difícil.

Daré mi párrafo antes del lunes.


Suerte.

martes, julio 04, 2006

Extracto de pensamiento

Un día cualquiera, en un tiempo presente, en algún lugar del mundo…


Imaginé estar al lado del sentido que me mueve, y susurrar al oído:

- Te voy a contar mis problemas, para que dejes de pensar en los tuyos, que en magnitud son de ningún modo comparables. Voy a dejar de un lado los prejuicios, y juzgar objetivamente a cada uno. Explorar, sentir, vivir en vosotros, ser un poco la pared sobre la que golpean las palabras que intentan definir estados de ánimo.

Y la respuesta del lado sentimental me dejó continuar con mi verborrea:

- Dime, soy todo oídos.

Y mi cabeza dejó de ser cabeza, para convertirse en pensamiento, de algún modo trasladado a la inconsciencia, y de paso, hablado:

- Voy a ser valiente, y renunciar a la apatía de la inconsciencia de mi incompetencia. No quiero ser la respuesta fácil, no quiero huir de la dificultad de los quehaceres del día a día. No renuncio a nada, a nada que pueda ser mínimamente aprovechable.

Tras lo cual mi pensamiento cayó en la necesidad de reafirmarse en lo vivido. Pero hubo alguien que no me dejó hablar y me contuvo:

- Has de ser paciente y selectivo, has de elegir y dejar atrás, por mucho que duela, aunque sea parte tuya.

Y mi contención no pudo más:


- Me niego, renuncio, abdico, de la necesidad de renovar lo que ya es parte mía, soy lo que soy gracias a lo vivido, soy lo que queréis, y además, lo que yo quiero. Soy parte de vosotros, soy parte de mi pasado, de mi sangre y de mi estado. Soy un cúmulo de defectos, de alguna manera ordenados. Soy lo que de alguna manera, he heredado.

Y el pensamiento encontró su fín.

jueves, junio 29, 2006

Pause, reset, rewind

Un cinta de casete puede tener metros y metros de tiras de plástico alargadas. Estas tiras de plástico albergan una fina capa de material magnético donde guardan los datos que serán a su vez leídos por un cabezal. Este cabezal interpretará esos datos, por regla general, música.

Todas las cintas de casete tienen una duración, un comienzo y un final. Poseen además dos caras, la cara A y la cara B. Por ende, las cintas de casete pueden ser grabadas una y otra vez, mientras la pestaña de plástico de su parte superior permanezca intacta. Si eliminamos esta pestañita, la cinta permanecerá protegida y no podrá borrarse su contenido.

A lo largo de la vida una persona puede mostrar diferentes caras ante los demás. Todos tenemos nuestra cara A, o nuestra cara B. Las hay que tienen muchos más registros que esas dos caras, pero también hay personas que no cambian de cara, o bien las dos caras son iguales.

Nos pasamos el tiempo grabando vivencias una encima de otra. Rebobinamos, y grabamos, avanzamos, y grabamos. Los recuerdos permanecen ahí, hasta que los borramos. Aunque si no rebobinamos lo suficiente, nuestros recuerdos más antiguos permanecen, se quedan en la cinta.

Hay personas rígidas, que en su creencia de haber vivido un tiempo lo suficientemente feliz, quitan, arrancan las pestañitas de sus cintas, y no permiten que nada, nadie, nunca, grabe encima de sus recuerdos, protegiendo lo que creen que fueron tiempos felices. Se equivocan.

Algunos se arrepienten de proteger sus recuerdos, y restablecen con cinta adhesiva la pestañita que permitía grabar sobre sus vivencias, porque de pronto su vida cambia, se transforma.

Muy pocas veces, la cinta se descomponía, soltando metros y metros pensamientos. Y con una ansiedad insana la gente se dedicaba sin escrúpulos a quitar, sacar, esparcir toda la cinta.

Yo quiero que tu cinta tenga un comienzo. Que la infancia se grabe al inicio de tu cara A, feliz, vital, expresiva, y que cada momento que merezca la pena vivir se grabe. Para que cuando no estemos en el mejor de los instantes, rebobinemos. Rebobinemos hasta encontrar aquellos recuerdos. Y una vez lleguemos a los malos otra vez, grabemos sobre ellos.

No obstante yo quiero que dejes también algunos momentos difíciles, en medio de cada cara. Porque mientras tengamos espacio en la cinta, podremos rebobinar cada vez que superemos las dificultades, y acordarnos de todo lo que nos ha costado llegar hasta aquí.





Y quiero comenzar la cara B de la cinta, resumiéndote, y contándote. Y no quiero proteger mi cinta. Quiero que todo el mundo escriba, se grabe, se haga notar en mi cinta. Si no tengo espacio suficiente, ya me cuidaré de borrar lo que menos me importa. No quiero pasar de prisa mi cinta, quiero saborear cada minuto, darle la vuelta a las caras, escuchar lo bueno y lo malo. Yo quiero ser la cinta que alguien un día puso a grabar una noche de 1979, y todavía ni si quiera ha cambiado de cara. Yo quiero seguir escuchando.

domingo, junio 25, 2006

Silencio, se rueda

En mi barrio, se ruedan películas.

O cortos, me da lo mismo. Pero se ruedan. El silencio se hace en la calle, flanqueada por ayudantes con gorra que hacen lo posible porque no te cruces en el plano de la cámara. Y las cajas metálicas, unas encima de otras, abiertas, cerradas. Un par de sillas, y un trípode con una cámara. Jo, una cámara de cine. Me las imaginaba enormes, como las que salen en los “making-of”, sobre una interminable fila de raíles.

Ésta cámara era más pequeña, pero era una “cámara de cine”. Y el director rodeado de personas que le miran que hablan, y los actores esperando a entrar en escena. El del micrófono que porta una pértiga se hace dueño del espacio. Y el maquillador retocando a otro actor, mientras esperan a prepararse a entrar en escena.

De repente, todos se mueven a la ven hacia un sitio determinado.

Se hace el silencio.

Y la claqueta. ¡ Una claqueta! Estalla en los brazos del ayudante del director.

Silencio, se rueda.

Y entonces los actores, actúan. Y el tiempo, ese tiempo, apenas minutos, o segundos que dura la toma. Ese tiempo que se transforma en celuloide, que se transforma en imagen, que se proyecta en un a pantalla y que a veces, tantas veces nos emociona.

Corten

Y el silencio se hace barullo, se hace vaivenes, se hace tripa de lo que antes era corazón. Son bambalinas en la calle. Son espectáculo en carne viva.

jueves, junio 22, 2006

Aritmética Psicológica (Parte II)

Problemas de logística + Incomprensión masiva = Desastre presvisto

Deseos de grandeza + Descuidos confiados = Desastre imprevisto

Estados de apatía + Desazón y desilusión = Cara de pomelo

Deseos de empatía + Ilusiones infundadas = Cara de pepino

Tiempo para pensar + Pensamientos en ocupar tiempo = Deseos embarazosos

Tiempo sin pensar + Vivendo al momento = Embarazo no deseado


-Problemas logísticos me impiden cambiar las canciones de la radio, pero prometo solucionarlo lo antes posible-

domingo, junio 18, 2006

Razones

El sonido rasgado del lápiz, que surca el papel, que describe dibujos, que me enseña. El sonido. El sonido que sale del bello del dedo, arañando el papel. Yo de pequeño, creía que los dibujos salían de ese sonido.

El tocadiscos, las valquirias, los raveles, mahler, bach,…

Perseverancia, constancia, el olor agrio del lienzo reciente, blanco. Por cada óleo grabado para siempre en mi olfato. Por el regazo embebido en música. Por que en los libros está todo.

Por todo eso.

jueves, junio 15, 2006

Episodios Musicales (Capítulo I)

Para inaugurar la radio que he instalado en el margen derecho, que mejor que un post.

¿Quién no tiene una banda sonora para su vida? Esas canciones que recuerdan tantos momentos, esas músicas que evocan una época...

Me reconozco de gustos musicales bastante dispares, en general. Sin embargo el primer episodio musical de mi vida fue la banda sonora que pusieron en el vídeo VHS de mi primera comunión. Atentos a la escena. Veinte chavales de pantalón corto, angelicales, pajaritas (entre ellos, yo), corbatitas, y un marinerito que no debió asumir muy bien el trauma de ser el único que se vistió así, y decidió estudiar derecho en una universidad privada. Pues bien, todo perfecto, impecable, una ceremonia ceremonial donde las haya, la familia, y en el vídeo sonando de fondo Jeannette cantando “Por qué te vas”. De esa versión, a la que cuelgo en el radio blog, dista un mundo. La principal diferencia la marcan Perales y los samplers.

Perales, a quien he redescubierto, junto con Julio Iglesias como los reyes del “despecho nacional”. Qué me decís de las letras de sus canciones como “Hey”, o “Y cómo el él”. Para homenajearle pongo la archiconocida “Y a su barco le llamó libertad”

Y de Julito Iglesias a la música francesa, con Francoise Hardy , cuya canción “Comment te dire adieu” me empuja a levantarme de la silla y bailar, La descubrí en el corto “La Explicación” de Curro Novallas.

Y enlazando la música con el cine, una canción de otro tiempo, y otro mundo. Siboney. Si te has reído, es que ya tienes una edad...

Y por último he puesto dos pizpiretas cantantes, que me parecen un pequeño oasis en el desolador panorama musical español. Pastora Y Nena Daconte.

martes, junio 13, 2006

A un Acróbata

Y llegado un momento, no definido pero presente, pensó que desde este punto de inflexión, podía recuperar el tiempo perdido. Desde la nada, esperando afrontar el futuro con gran responsabilidad, sin aún tenerla segura. Siempre se fijó en aquel que cortó la piedra con la constancia, la perseverancia y la esperanza. Y al menos estos pesos formarán su balanza. Suerte, se deseó a sí mismo. Porque todo viene junto, seguido, concentrado. Y se imaginó siendo un acróbata, sobreponiendo y calculando cada movimiento, hasta convertirlos en rutina...

domingo, junio 11, 2006

Hay días...

Hay días, que describen líneas perfectas,
Hay días que se recordarán siempre,
Hay días en los que el tiempo se para,
Hay días en los que todo parece lo que es, y lo que es es maravilloso.

Hay días, que...

Hay Días...


¡QUÉ DÍA!

jueves, junio 08, 2006

Ánimos, abrazos.

La mejor noticia desde hace mucho tiempo, es que mientras una persona lucha por vivir, el resto sentimos como nuestro, cada uno de los sentimientos que asoman de las personas que le quieren.

Ánimo, Gon. Un abrazo.

martes, junio 06, 2006

Estrategias...

Una partida de Ajedrez comienza con todas las fichas en la misma posición. Hay 64 escaques, mitad blancos, mitad negros. Hay 32 piezas, mitad blancas y mitad negras. Cada pieza es singular y tiene unos movimientos exclusivos. Las hay más poderosas (las Damas, las torres, los alfiles), las hay más díscolas (los caballos), las hay vulnerables (el Rey), y las hay más limitadas, pero más numerosas (peones).

En el ajedrez los comienzos de las partidas se denominan aperturas. Existen aperturas abiertas, y aperturas cerradas, dependiendo de la forma de desplegar las fichas. Existen enroques, y también un peón puede llegar a convertirse en una dama.

Cuando nacemos, todos lo hacemos en igualdad de condiciones, nos ponen un tablero, que tendrá más o menos escaques (posibilidades). Cuando nacemos podemos ser Reyes, Torres, Caballos, Peones,... y dependiendo de lo que seamos, nos movemos en un sentido o en otro. Cuando comenzamos a vivir, podemos elegir nuestra manera de plantear la vida, estableciendo una estrategia, que nos puede llevar a la victoria, a la derrota, o a las tablas. Nos enrocamos en muy distintos modos (y maneras), y hay muy pocos peones que lleguen a ser damas. Los hay que abandonan a la mitad de la partida, los hay que se sacrifican por otras piezas, incluso los hay que no se mueven en toda la partida.

Existen numerosos tipos de Aperturas en el Ajedrez, y muchas tienen nombre. Un ejemplo de los nombres de las aperturas son: Apertura Escocesa, Apertura Española o de Ruy lópez, Inglesa... Así mismo, las defensas también tienen nombre (Karo-Kan, Holandesa, Alehkine, Siciliana, Escandinava,...)


Yo, últimamente siento que estoy desarrollando una apertura Española, apoyada en díscolos caballos y portentosas torres, pero me estoy encontrando con tantas y numerosas defensas, que mi contrincante me tiene despistado.

Por si acaso, de momento, me enroco.

sábado, junio 03, 2006

Early in the morning

Bajo la calle, las acacias me dan sombra en el camino. El gitano con su cabra lanza sonidos de organillo en la esquina de mi casa. Qué orgullo, que elija ese lugar para representar su actuación. La duda me asalta, cuando me pregunto si todavía le reportará beneficios al gitano dicha actuación. La cabra, el organillo y la escalera ya las tiene amortizadas hace tiempo, pero es que no veo mucha gente que se anime a colaborar monetariamente con su espectáculo.

Avanzando unos metros más una señora mayor de origen sudamericano discute con unos revisores de aparcamiento. La multa es inevitable, hasta que veo venir a dos parientes suyos, con cara de malas pulgas y ocupando un espacio volumétrico mucho mayor que los revisores, vamos, que intimidan. Así que creo que la multa se quedará en el limbo de las multas. Difícil profesión la de los revisores, condenados a ir en pareja, como los guardas civiles.

Y un poco más arriba, un japonés me para a preguntarme si hablo inglés, a lo que respondo con acento marcadamente castizo, y castúo: “Yeh, a bit” Y me suelta una perorata de la que logro entender que busca alojamiento para dormir esa noche, que ha venido desde Japón a buscarse la vida tocando la guitarra española en el barrio de la Latina. “Yes, a place for me, and my guitar” Y yo mientras me alegro de que la globalización me brinde estas situaciones tan pintorescas, dignas de los tiempos en que Luis Miguel Dominguín hacía de las suyas con las actrices de hollywood. Yo emplazo al japonés y a su guitarra a buscarse amigos en el bar más cercano, que seguro que encuentra gente más globalizada mentalmente.

jueves, junio 01, 2006

Fábula de la Luna, y la Estrella

Existía el cielo. Y en el cielo habitaba la Luna.

Existía el cielo. Y el cielo estaba lleno de estrellas

La Luna era sola, era única, era especial, porque desde niña aprendió a manejar las mareas y establecer los ciclos de todo lo relativo a lo que suponía querer, amar, sentir. La Luna era la dueña de los sentidos de todo sobre lo que daba vueltas. La luna era distinta. La Luna se sentía sola en un mar de estrellas y planetas. La luna siempre quiso ver el matiz con el que cada una de las estrellas se definían. La Luna no supo amar hasta que sin nada que perder, se dejó llevar por sus sentidos. Quizás porque había nacido Luna, quizás porque la habían hecho creer que era Luna, y que las Lunas se debían a su planeta. Pero no. La Luna no se sentía satélite. La Luna era todo para todos y todas. La Luna no diferenciaba en el amor entre planetas, estrellas y soles. La Luna simplemente quería, amaba. La Luna escondía en su fuerza el miedo a no ser querida. La Luna reñía con la injusticia y con la intolerancia. La Luna estaba viva, era sangre, era vida en el universo.

Y la Luna encontró la Estrella. La Estrella. Ella, sí, Ella. Aquella estrella que sin ocupar el cielo, lo llenaba todo con su espíritu. La Estrella que colmaba sus sentidos. La Estrella que acurrucó a la Luna, cuando ésta más lo necesitaba. Y entonces la Estrella comenzó a enredar con su tiempo la vida que emergía dentro de la Luna, como un iceberg, que descubre la punta, y deja entrever la profundidad de sus sentimientos. Y la Luna desataba el nudo, con la pasión de descubrir en fondo blanco, la sutileza de un roce, de una caricia, de una mirada.

Y la Luna se dejó querer. Y la Estrella se dejó sentir. Y eran dos, pero eran sólo una. Eran la sinergia de sus sentidos, eran el todo y la nada. Eran Luna y era Estrella. Una vez, solamente una vez, bastó para que se enredara la dueña de los ciclos de la vida, con la culpable del brillo del cielo. Y la Luna que siempre se perdía, se acababa encontrando con la Estrella. Y de este modo, en el cielo, cada vez que hay Luna llena, siempre hay una Estrella que henchida de orgullo, presume de sentimientos. Son la Luna y la Estrella, y al resto del universo sólo le queda mirar con curiosidad esta unión, tan limpia, tan pura.

lunes, mayo 29, 2006

A la escucha

En mi bloque las paredes son de un hilo fino, que amplifica las conversaciones que se mantienen en cada piso. Así, es fácil saber que al hijo recién nacido de mis vecinos le toca pecho a la cinco de la mañana. Su otra hija, no duda en llamarme “señor”, a un jovenzuelo como yo. La vecina de arriba, vive siempre asomada a la ventana. Y cuando digo siempre, es siempre. Lavo la ropa, y la tiendo, allí está ella. La recojo, allí esta ella. Abro la persiana por la mañana, allí está ella. Es como la madre de psicosis, sólo que pienso que lo único que pasa es que se aburre un tanto y no debe estar muy enterada de los baratos viajes del inserso. Estoy por dejarle un folleto en el buzón.

Pero la vecina más interesante está al otro lado del patio. Es como una consultora sentimental con sus amigos o familiares. Tiene amplias conversaciones a la vera de los que visitan su casa, que le hablan de todo tipo de asuntos, desde problemas de pareja, hasta problemas de inmigración. Es como la Elena Francis de mi calle.

Mi alma cotilla a veces no puede evitar escuchar, en contra del principio que como hombre me impide leer, o ver la tele y escuchar a la vez. Yo, en escuchar conversaciones cercanas a la vez que realizo otros asuntos, me considero una excepción. Lo siento, no lo puedo evitar.

viernes, mayo 26, 2006

Contabilidad casera

Llevo 27 años cayéndome a menudo, equivocándome continuamente y levantándome una y otra vez.

Llevo 24 años hablando. De ellos durante los primeros doce hablé interiormente, los otros doce comencé a hablar con los que tenía delante.

Llevo 19 años poniendo ilusión a todo lo que hago. En cuanto pierdo la ilusión, el asunto en cuestión no tarda en desparecer o ser reemplazado por otro.

Llevo 14 años estudiando o intentado estudiar.

Llevo 13 años escribiendo, en folios, en servilletas, en ordenador, en libretas, en sobres, en facturas, en informes médicos, en planos...

Llevo 9 años sin confesarme al cura, y no creo que ya me esté esperando.

Llevo 8 años experimentando la independencia.

Llevo 7 años con la misma graduación de la miopía. Soy “gafapasta” a mucha honra.

Llevo 6 años ejerciendo una profesión, que por el momento, me entretiene de ocho a ocho.

Llevo 4 años enamorado, y un año y siete meses a su lado.

Llevo 3 años acelerado, estresado, pero vivo, al fin y al cabo.

Llevo 1 año hipotecado, pero no preocupado, ni atado, ni decepcionado.

Llevo un par de meses confundido, aturdido y desconfiado.

Llevo media hora ensimismado.

Llevo unos minutos inspirado.

martes, mayo 23, 2006

El jardinero

El jardinero cruza la verja de madera, roída, con la pintura desconchada. Todos los días a la misma hora, cargaba su regadera, su tijera, su herramienta camino del jardín. El jardín era pequeño, coqueto. El jardinero siempre quiso tener su propio jardín. Un jardín de colores rojos, amarillos y naranjas. Un jardín de vida. Se planteó tener siempre el jardín vistoso todo el año. Para ello tuvo que plantar varias especies que crecieran en las diferentes épocas del año. Así, tenía lirios, jacintos, azucenas amarillas y tulipanes que crecían en primavera. En otoño florecían también las azucenas, las dalias, los gladiolos y los ornitógalos. Es importante tener siempre cuidado el jardín todo el año. No soportaba ver enferma ninguna de sus flores. Las cuidaba con mimo, las hablaba, las cantaba, incluso las retrataba para ir viendo su evolución.

El olor del jardín también era importante. Tomillos, romeros, mentas, melisas, laureles, hisopos, sándalo...

Para el jardinero, las plantas eran sus sentidos. Los colores alegraban sus mañanas, sus olores impregnaban su rutina, y desde hacía poco había dejado un hueco dentro del jardín para plantar eneldo, berro, pimentón, cardamomo, clavo, cúrcuma, comino, estragón, canela, mostaza, clavo, anís, vainilla, cilantro y azafrán. De esta manera adornaba sus comidas.

















El jardinero nunca tuvo una flor preferida, pero siempre prestó especial cuidado a todas. El jardinero sabe que para él las flores tienen sentido todas juntas. Una por una, cada flor tiene una historia, que nunca llega a ser tan interesante como la historia que forman todas juntas.

Por eso el jardinero nunca pudo querer más a una que otra, sino a todas por igual...

domingo, mayo 21, 2006

Palabras mayores

Sentada. Silenciosa, detrás de unas gafas gruesas con una de las patillas sujeta con el celofán de la imperiosa necesidad de acostumbrase a las mismas gafas de toda una vida.
Sólo levanta la vista de las agujas para ver el dibujo, cada recuadro, y plasmarlo con una pasmosa facilidad en la tela, cuadrado a cuadrado, segundo a segundo, sí, no, sí, no. Como su vida, silenciosa. Casi un siglo que pasa por la cabeza del alguien que ha vivido lo suficiente como para ver guerras, pasar hambre, tener hijos, nietos y bisnietos. Y allí, tan tranquila, resume su vida en ganchillos. Toda la vida siendo el pilar que mueve la familia. El pilar silencioso que está ahí, no dejando de sufrir cuando sufren los suyos. No dejando de sostener con su infinita paciencia de abuela cada momento. Allí sentada. Sin perder la alegría de saber, hablar, sentir de cada uno de los suyos. Toda una vida dedicada.




A veces no nos damos cuenta del paso del tiempo hasta que viene alguien y nos hace pensar...

jueves, mayo 18, 2006

Citas necesitadas (parte III)

Érase una vez, la sensibilidad. Y claro, como no podía ser de otro modo, la sensibilidad se sintió herida por el orgullo.

El secreto de sentirse bien no es creer que se comparte mucho, si no en dejar de preocuparse por las cantidades de amor que se reparte.

Érase una vez el orgullo. Y claro, como no podía ser de otro modo, se escondió cuando el miedo apareció.

El secreto de ser importante, es evitar actuar como si necesitáramos serlo.

lunes, mayo 15, 2006

Preguntemos

Estolas en el aire, surgen de la nada, resucitan, conmueven los sentidos. Son nubes que abrazan las palmeras, que surgen del vacío. Allí está. Parado. La tormenta se avecina. Lo malo del tiempo que llenan los días sin tener nada que hacer es que hace pensar continuamente. Pensar y esperar, preguntarse, qué es lo que realmente quieres. Cuando no has visto más que un montón de piedras sin techo. Cuando ser feliz es tener algo más que comer o dormir en el día. Todo esto más un sin fin de conjeturas de idas y venidas, de esperas. Los turistas, son de colores. Son de piel blanca. Sonríen, no aparentan preocupaciones. Sólo se pregunta que hace falta para llevar esas ropas, qué hace falta para no tener preocupaciones. Allá, en la tierra del turista no parece faltar de nada. Y esto ansía en todo su ser, consume el tiempo formando deseos de compartir esa suerte con aquella gente de piel blanca y ropa de colores. Si pudiera vivir en el país del turista, tendría dinero para poder comprar una casa a su familia.

Aquí no hay nada. Ni siquiera morir es digno. No tuvo suerte. Podría haber nacido en otro lugar del mundo. No hace falta haber visto más allá de su pueblo, para esperar que todo lo que hay fuera sea mejor que lo que tiene. Sí. Merece la pena arriesgarse. Morir ahogado no es una opción, no la contempla, simplemente porque no llegar al país del turista es morir de cualquier modo. No está triste, porque tiene la esperanza de llegar. Se aferra a la madera, húmeda y mira a sus compañeros, aprestados sudorosos, pero con una mirada al frente en busca de tierra, de sueños. No hay miedo, el miedo lo dejaron atrás. El agua golpea su cara, y las nubes cumplen su promesa en forma de tormenta. Pero cada minuto, cada segundo, están más cerca. Allí, más allá, al final del viaje, espera el futuro.







El puesto de la Cruz Roja, se mueve a un ritmo frenético. Nuevamente una nueva ola de emigrantes llega a las costas españolas. Dónde van. Qué es lo que quieren. No comprendo que buscan, exclama uno de los trabajadores. Qué hacemos, dónde los acogemos.

Una mayoría será repatriada. Otra mayoría aparecerá ya sin vida en la playa. Otra mayoría malvivirá en la ilegalidad del orden. Del orden vuelto absurdo, cuando no se encuentra la fórmula que una humanidad y razón. Mayoría de inmigrantes, mayoría de personas.

Si nos paramos a pensar, a preguntar. Preguntemos. Preguntemos a nuestros padres y a nuestros abuelos. Les preguntaremos cómo se buscaron la vida de jóvenes. Les preguntaremos por Argentina, por Rusia, por Francia, por Alemania, por Suiza. Y escuchemos las respuestas.

Después que nuestros abuelos y/o padres nos pregunten. Que nos pregunten por Marruecos, por Ecuador, por Bolivia, por África y por las Américas.

Y comparemos las respuestas.