Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

lunes, octubre 16, 2006

Nuevo, Novo, New, Nouveau

Suerte, Sorte , luck, Chance

Era la hora de la verdad. Había imaginado como iba a transcurrir cada minuto del día que se avecinaba. Lo tenía todo preparado, controlado. Quería disfrutar a cada segundo de todos. Porque estaban todos. No faltaba nadie. Su familia, sus amigos, sus allegados, sus queridos, sus queridas, los amados y las amadas. Todos radiantes ante el acontecimiento de su vida. Su vida tuvo una constancia constante. Un trabajo decente en una empresa mediana. Una vida sin sobresaltos. Una pareja decente. Un noviazgo de libro, de rosa,de película de domingo, y muebles de ikea. Una vida de libro de Bucay, con su rebeldía consumida, con su carrera universitaria sacada de mal gusto, con su trabajo de ocho a tres, con su piso en la urbanización de turno. Una hipoteca, un coche de marca común, un radiocasette, el grupo de moda, la ropa de H & M, Zara, Mango. Veranos de playa, turismo de pulsera, letras de canciones de Alejandro Sanz. Unos padres conformistas con los tiempos de la transición. Todos, todos, estaban allí. Éste. Éste era el momento. Era su momento. Lo había esperado durante tanto tiempo…

Llevaba su mejor vestido.

Llevaba la mejor de sus sonrisas.

Y sin quererlo apostaba al más pobre de sus destinos,

Apostaba a un futuro gobernado por la peor de las suertes…


Destino, Destinacao, fate, Destin


El mechero se había quedado sin gas. Maldijo su suerte. No podía mover un solo músculo. Tenía los pies agarrotados y la cabeza parecía flotar en una nada indescriptible. El dolor de las articulaciones era tan agudo, que se podría haberse tragado la papelina sin siquiera masticarla. Pulsó la rueda del mechero una vez más. La cuchara era nueva, la jeringuilla, y la goma también. Hoy había decidido hacerlo bien. Por fin el mechero vomitó la llama. La cuchara, nueva, reluciente burbujeaba. Olía a naftalina agria. Olía a años de mentira. Años de discusiones, robos. Años de rebeldía incongruente, inexplicable. Abrigada en las orejeras de los padres, y alimentada en el bozal de sus palabras. La jeringuilla succionó con fuerza. La mano le temblaba. Le costó acertar el lugar adecuado. La aguja traspasó la carne con facilidad pasmosa. Pensó que si quisiera la aguja podía traspasar su codo. Si aquello calmara su dolor, sin duda, lo haría. Apretó el émbolo. Notó el que el líquido hinchaba sus venas. Cerró los ojos. Apoyó su espalda en la pared y miró hacia el cielo…

Llevaba su mejor vestido.

Llevaba la mejor de sus sonrisas.

Y sin quererlo apostaba al más pobre de sus destinos,

Apostaba a un futuro gobernado por la peor de las suertes…




Porque al final todo es una mezcla de destino y suerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una mezcla de destino y suerte, dices. Es que acaso el destino no puede labrarse día a día? ¿Es que no es posible cambiar de camino? Desde las primeras letras intuí quien iba a visitar al protagonista y no era que tus palabras lo anunciasen, es que si la vida es como la de los libros supongo que acaba pronto.
Me gustó. Besito