Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

lunes, mayo 29, 2006

A la escucha

En mi bloque las paredes son de un hilo fino, que amplifica las conversaciones que se mantienen en cada piso. Así, es fácil saber que al hijo recién nacido de mis vecinos le toca pecho a la cinco de la mañana. Su otra hija, no duda en llamarme “señor”, a un jovenzuelo como yo. La vecina de arriba, vive siempre asomada a la ventana. Y cuando digo siempre, es siempre. Lavo la ropa, y la tiendo, allí está ella. La recojo, allí esta ella. Abro la persiana por la mañana, allí está ella. Es como la madre de psicosis, sólo que pienso que lo único que pasa es que se aburre un tanto y no debe estar muy enterada de los baratos viajes del inserso. Estoy por dejarle un folleto en el buzón.

Pero la vecina más interesante está al otro lado del patio. Es como una consultora sentimental con sus amigos o familiares. Tiene amplias conversaciones a la vera de los que visitan su casa, que le hablan de todo tipo de asuntos, desde problemas de pareja, hasta problemas de inmigración. Es como la Elena Francis de mi calle.

Mi alma cotilla a veces no puede evitar escuchar, en contra del principio que como hombre me impide leer, o ver la tele y escuchar a la vez. Yo, en escuchar conversaciones cercanas a la vez que realizo otros asuntos, me considero una excepción. Lo siento, no lo puedo evitar.

viernes, mayo 26, 2006

Contabilidad casera

Llevo 27 años cayéndome a menudo, equivocándome continuamente y levantándome una y otra vez.

Llevo 24 años hablando. De ellos durante los primeros doce hablé interiormente, los otros doce comencé a hablar con los que tenía delante.

Llevo 19 años poniendo ilusión a todo lo que hago. En cuanto pierdo la ilusión, el asunto en cuestión no tarda en desparecer o ser reemplazado por otro.

Llevo 14 años estudiando o intentado estudiar.

Llevo 13 años escribiendo, en folios, en servilletas, en ordenador, en libretas, en sobres, en facturas, en informes médicos, en planos...

Llevo 9 años sin confesarme al cura, y no creo que ya me esté esperando.

Llevo 8 años experimentando la independencia.

Llevo 7 años con la misma graduación de la miopía. Soy “gafapasta” a mucha honra.

Llevo 6 años ejerciendo una profesión, que por el momento, me entretiene de ocho a ocho.

Llevo 4 años enamorado, y un año y siete meses a su lado.

Llevo 3 años acelerado, estresado, pero vivo, al fin y al cabo.

Llevo 1 año hipotecado, pero no preocupado, ni atado, ni decepcionado.

Llevo un par de meses confundido, aturdido y desconfiado.

Llevo media hora ensimismado.

Llevo unos minutos inspirado.

martes, mayo 23, 2006

El jardinero

El jardinero cruza la verja de madera, roída, con la pintura desconchada. Todos los días a la misma hora, cargaba su regadera, su tijera, su herramienta camino del jardín. El jardín era pequeño, coqueto. El jardinero siempre quiso tener su propio jardín. Un jardín de colores rojos, amarillos y naranjas. Un jardín de vida. Se planteó tener siempre el jardín vistoso todo el año. Para ello tuvo que plantar varias especies que crecieran en las diferentes épocas del año. Así, tenía lirios, jacintos, azucenas amarillas y tulipanes que crecían en primavera. En otoño florecían también las azucenas, las dalias, los gladiolos y los ornitógalos. Es importante tener siempre cuidado el jardín todo el año. No soportaba ver enferma ninguna de sus flores. Las cuidaba con mimo, las hablaba, las cantaba, incluso las retrataba para ir viendo su evolución.

El olor del jardín también era importante. Tomillos, romeros, mentas, melisas, laureles, hisopos, sándalo...

Para el jardinero, las plantas eran sus sentidos. Los colores alegraban sus mañanas, sus olores impregnaban su rutina, y desde hacía poco había dejado un hueco dentro del jardín para plantar eneldo, berro, pimentón, cardamomo, clavo, cúrcuma, comino, estragón, canela, mostaza, clavo, anís, vainilla, cilantro y azafrán. De esta manera adornaba sus comidas.

















El jardinero nunca tuvo una flor preferida, pero siempre prestó especial cuidado a todas. El jardinero sabe que para él las flores tienen sentido todas juntas. Una por una, cada flor tiene una historia, que nunca llega a ser tan interesante como la historia que forman todas juntas.

Por eso el jardinero nunca pudo querer más a una que otra, sino a todas por igual...

domingo, mayo 21, 2006

Palabras mayores

Sentada. Silenciosa, detrás de unas gafas gruesas con una de las patillas sujeta con el celofán de la imperiosa necesidad de acostumbrase a las mismas gafas de toda una vida.
Sólo levanta la vista de las agujas para ver el dibujo, cada recuadro, y plasmarlo con una pasmosa facilidad en la tela, cuadrado a cuadrado, segundo a segundo, sí, no, sí, no. Como su vida, silenciosa. Casi un siglo que pasa por la cabeza del alguien que ha vivido lo suficiente como para ver guerras, pasar hambre, tener hijos, nietos y bisnietos. Y allí, tan tranquila, resume su vida en ganchillos. Toda la vida siendo el pilar que mueve la familia. El pilar silencioso que está ahí, no dejando de sufrir cuando sufren los suyos. No dejando de sostener con su infinita paciencia de abuela cada momento. Allí sentada. Sin perder la alegría de saber, hablar, sentir de cada uno de los suyos. Toda una vida dedicada.




A veces no nos damos cuenta del paso del tiempo hasta que viene alguien y nos hace pensar...

jueves, mayo 18, 2006

Citas necesitadas (parte III)

Érase una vez, la sensibilidad. Y claro, como no podía ser de otro modo, la sensibilidad se sintió herida por el orgullo.

El secreto de sentirse bien no es creer que se comparte mucho, si no en dejar de preocuparse por las cantidades de amor que se reparte.

Érase una vez el orgullo. Y claro, como no podía ser de otro modo, se escondió cuando el miedo apareció.

El secreto de ser importante, es evitar actuar como si necesitáramos serlo.

lunes, mayo 15, 2006

Preguntemos

Estolas en el aire, surgen de la nada, resucitan, conmueven los sentidos. Son nubes que abrazan las palmeras, que surgen del vacío. Allí está. Parado. La tormenta se avecina. Lo malo del tiempo que llenan los días sin tener nada que hacer es que hace pensar continuamente. Pensar y esperar, preguntarse, qué es lo que realmente quieres. Cuando no has visto más que un montón de piedras sin techo. Cuando ser feliz es tener algo más que comer o dormir en el día. Todo esto más un sin fin de conjeturas de idas y venidas, de esperas. Los turistas, son de colores. Son de piel blanca. Sonríen, no aparentan preocupaciones. Sólo se pregunta que hace falta para llevar esas ropas, qué hace falta para no tener preocupaciones. Allá, en la tierra del turista no parece faltar de nada. Y esto ansía en todo su ser, consume el tiempo formando deseos de compartir esa suerte con aquella gente de piel blanca y ropa de colores. Si pudiera vivir en el país del turista, tendría dinero para poder comprar una casa a su familia.

Aquí no hay nada. Ni siquiera morir es digno. No tuvo suerte. Podría haber nacido en otro lugar del mundo. No hace falta haber visto más allá de su pueblo, para esperar que todo lo que hay fuera sea mejor que lo que tiene. Sí. Merece la pena arriesgarse. Morir ahogado no es una opción, no la contempla, simplemente porque no llegar al país del turista es morir de cualquier modo. No está triste, porque tiene la esperanza de llegar. Se aferra a la madera, húmeda y mira a sus compañeros, aprestados sudorosos, pero con una mirada al frente en busca de tierra, de sueños. No hay miedo, el miedo lo dejaron atrás. El agua golpea su cara, y las nubes cumplen su promesa en forma de tormenta. Pero cada minuto, cada segundo, están más cerca. Allí, más allá, al final del viaje, espera el futuro.







El puesto de la Cruz Roja, se mueve a un ritmo frenético. Nuevamente una nueva ola de emigrantes llega a las costas españolas. Dónde van. Qué es lo que quieren. No comprendo que buscan, exclama uno de los trabajadores. Qué hacemos, dónde los acogemos.

Una mayoría será repatriada. Otra mayoría aparecerá ya sin vida en la playa. Otra mayoría malvivirá en la ilegalidad del orden. Del orden vuelto absurdo, cuando no se encuentra la fórmula que una humanidad y razón. Mayoría de inmigrantes, mayoría de personas.

Si nos paramos a pensar, a preguntar. Preguntemos. Preguntemos a nuestros padres y a nuestros abuelos. Les preguntaremos cómo se buscaron la vida de jóvenes. Les preguntaremos por Argentina, por Rusia, por Francia, por Alemania, por Suiza. Y escuchemos las respuestas.

Después que nuestros abuelos y/o padres nos pregunten. Que nos pregunten por Marruecos, por Ecuador, por Bolivia, por África y por las Américas.

Y comparemos las respuestas.

sábado, mayo 13, 2006

Se abre el telón

¿Cuánto valen las palabras?

¿Cuánto vale la palabra?

Es difícil convivir con la verdad. Quizás por eso los seres humanos tienen tendencia a no querer verse a sí mismos. Mejor mentir, mejor vivir en un escenario...

Fín de la función.

lunes, mayo 08, 2006

Test de trenes

Cuando se marchó, le dejó abandonado respirando el aire envuelto con todo lo que significaba.

Respira, sólo hace un momento que has dejado en la estación, y ya extrañas todo lo que te rodea. Extrañas hasta el punto de echar de menos. No sabes cual será el momento en el que puedas sentir que el tiempo es circunstancial, que no es una barrera de distancias y de vidas diferentes.

Caminas hacia el coche. Respiras. Puedes sentir tu respiración, y el corazón acelerado mientras corres asustado. Te escuchas a ti mismo pensar en blanco. No piensas porque no sabes que hacer.

Arrancas el coche. Aceleras. Deja que pase el tiempo hasta el siguiente semáforo, para decidir el camino. Piensas en mañana. En pasado mañana. En pasado, pasado mañana. Reduces marcha, frenas. Aparcas.

Está ahí, se acerca. No puedes arrancar otra vez. Sería absurdo. Se dirige rápidamente hacia ti. Un ruido estridente te devuelve a la realidad. Cada vez está más cerca. Sientes que sudas, que tu pecho palpita empujado por el corazón, empujado por la sangre, que cada vez corre más rápido. Tan rápido que ni valoras salir del coche.

De repente, un ráfaga de colores fusionados se cruzan delante de la ventanilla. No sabes distinguir, no escuchas. La bocina del tren anula todo el pensamiento. Ya está. El tren ya ha pasado. Se va. Se marcha llevando lo que eras, eres, serás. De un plumazo. Has perdido el tren. Todo ha pasado. Ni tus ojos, ni tus manos, ni tus oídos, ni tu boca, ni tu olfato, ni tu sentido de la obviedad, han sabido reaccionar.

Arrancas el coche, das marcha atrás, hay que buscar. Hay que esperar. Hay que encontrar. Hay que montar en otro tren...

sábado, mayo 06, 2006

Protesta del día

Me voy a atar a un plátano como protesta de los siguientes hechos:


- Protesto contra las obras de la M-30. Me estoy aficionando al París-Dakar

- Protesto contra las cajeras de los supermercados que me lanzan los yogures con alevosía cuando me los cobran.

- Protesto contra la tienda china de la esquina, que todo lo que me vende, no dura más de un mes.

- Protesto contra la manía de los supermercados de vender envases familiares. Yo, vivo sólo, y no doy a basto a gastar tantas cantidades.

- Protesto contra los bares que no ponen tapa.

Y hoy por hoy, no tengo nada más de lo que protestar.

miércoles, mayo 03, 2006

M. Mahdia


Dejamos lugares, que se convierten en nosotros mismos. Recordamos, para vivir en cada ocasión, en cada instante. A veces hay sitios que nos inundan, nos envuelven, Se conmueven en círculos, en forma de pensamientos, olores, ruidos, tactos y sabores, y todo para formar la imagen de lo que fuimos. Son lugares que están ahí para ser recuerdos. Son una época en nuestra vida, que marca, que dicta, que presiona lo que el resto de nosotros va a esperar disponer de aquí a los próximos días, meses y años.

A lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, reza una canción. Volver supone transformar los pensamientos, los recuerdos, en noticias en blanco y negro. Volver, siempre es una terapia. Los lugares que son recuerdos, se transforman en realidades sin adornos de tiempo, en cuanto los visitamos.

Por eso, y para eso, volvemos. Por tratar de ver si los recuerdos, son fieles al tiempo. Para ver si los recuerdos, sobreviven al tiempo.