Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

domingo, mayo 21, 2006

Palabras mayores

Sentada. Silenciosa, detrás de unas gafas gruesas con una de las patillas sujeta con el celofán de la imperiosa necesidad de acostumbrase a las mismas gafas de toda una vida.
Sólo levanta la vista de las agujas para ver el dibujo, cada recuadro, y plasmarlo con una pasmosa facilidad en la tela, cuadrado a cuadrado, segundo a segundo, sí, no, sí, no. Como su vida, silenciosa. Casi un siglo que pasa por la cabeza del alguien que ha vivido lo suficiente como para ver guerras, pasar hambre, tener hijos, nietos y bisnietos. Y allí, tan tranquila, resume su vida en ganchillos. Toda la vida siendo el pilar que mueve la familia. El pilar silencioso que está ahí, no dejando de sufrir cuando sufren los suyos. No dejando de sostener con su infinita paciencia de abuela cada momento. Allí sentada. Sin perder la alegría de saber, hablar, sentir de cada uno de los suyos. Toda una vida dedicada.




A veces no nos damos cuenta del paso del tiempo hasta que viene alguien y nos hace pensar...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo moqueando contigo.Me encanta leerte.

Anónimo dijo...

Sin su vida, sin sus valores, sin sus peleas, sin sus sonrisas, sin sus lágrimas, sin sus bromas, sin sus cuentos, sin sus preocupaciones, sin su valor, sin su amor, sin su conciencia, sin sus entrañas, sin su cordura, sin su silencio, sin sus palabras, sin su tesón, sin su educación, sin su sufrimiento, sin su comprensión, sin sus abrazos, sin sus despedidas, sin sus buenos días, sin su esperanza, sin su dureza, sin su ternura, sin sus caricias, sin su seriedad, sin su nostalgia, sin su experiencia, sin su valor, sin sus miedos, sin su identidad, sin su madurez, sin su reciente niñez, sin su memoria, sin su sabiduria, sin sus sus, sin su piel de papel, sin su vientre, sin sus manos, sin sus agujas, sin su hilo, sin su teje y sin su maneje, estariamos aquí para poder gritarle en silencio: TE QUIERO CANORA, gracias por compartir cada uno de tus nudos de ganchillo.