Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

martes, octubre 31, 2006

Sobre la soledad y el resto de las personas.

Se sentía inútil, vacío. La presión le vencía un día tras otro. Su autoestima sufría la peor de las heridas. Era pasto de sus traumas, sus prejuicios, y sus errores.

Necesitaba el cariño que de algún modo, sentía que se le negaba día a día. Y se imaginó de mil maneras su muerte, y su padecimiento. Soñó ser recibido con honores entre todos, que maldecían la suerte de no haber contado con su presencia, y sus virtudes, en vida.

Y su error se transformó en esperanza. La esperanza que nace de sufrir, padecer, o resignar a la pérdida de un ser querido. Aquellos que han sido, han calado, han vivido dentro nuestro. Los que nos dejan sin motivo, sin avisarnos. De pronto, nos sentimos esclavos de sus sentimientos. Sujetos a sus vidas, sin reconocerlo. Y de pronto, un día cualquiera, la persona que nos sujeta, la persona que nos apoya, que nos conduce, que nos ama. Nos deja. Y reaccionamos impávidos, inútiles, observando cómo algo nuestro, que está dentro de nosotros, nos deja. Y la lucecita se nos enciende. Y la pirámide de obsesiones, se nos recoloca.

Y la soledad, que no es buena compañera, nos empuja a impulsar el olvido. Olvido en forma de gurús, drogas, falsas compañías, vaivenes. Los más débiles, son pasto de las adicciones más pueriles. Los menos, se consuelan con el recuerdo, y los que realmente consiguen superarlo, viven el ejemplo que les dejaron a flor de piel.

Muy pocas personas han sabido vivir el ejemplo que les legaron, tras marcharse sin aviso. Yo conozco una familia entera.

Si alguien se pregunta quién, cómo y cuando…
Que busque en su interior...

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