Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

jueves, agosto 03, 2006

Las vías de la felicidad.




“Ya bastaba. Apoyando el vaso sobre la barra, pensó en no hacerse daño nunca más. El vaso quedó pegado a la barra como por arte de magia. Era de esas barras metálicas de fiesta de barrio. No recordaba haber vertido ni una sola gota, creía que todo se alojaba en su organismo, que ahora mismo luchaba por metabolizar la sustancia que hacía que su cerebro pensara más de lo normal.

Todo el mundo quería chocarse con él. El camino correcto era el suyo, pero parecía que hordas de gente había decidido lo contrario. La experiencia de probar todos los sistemas posibles que conmovían su organismo, vía intravenosa, pulmonar, o digestiva, le resultaba esclarecedora. Ahora todo estaba claro. Él era el único victorioso, el que llevaba razón, era el elegido, y todos los demás estaban equivocados. “Se han perdido todos menos yo”, “Se equivocan todos menos yo”. El tambaleo de sus piernas era un ardid para esquivar a la gente, que miraba, envidiosa, su capacidad de sonreír sobre lo imposible. Lo peor de todo es que la mandíbula empezaba a desencarjase. La vía pulmonar hacía su efecto. Se notaba demasiado ligero con las palabras. También el estreñimiento de varios días, le recordaba su coqueteo con la vía intravenosa, y el juego de piernas a lo Fred Astaire le delataban como un asiduo a la vía digestiva.”






El extracto anterior sirve de pie a una teoría de una noche de verano:

La vida es una romana (descúbrase su significado como báscula). En el gancho, nos colocamos nosotros y nuestra familia. Con el tiempo vamos añadiendo personas importantes que cuelgan del gancho, véase amigos, pareja, … Juntar personas, es juntar vivencias, buenas, malas regulares. Pesar estas personas en el gancho significa, sentir, amar, vivir, sacrificar, perder, responsabilidades, frustraciones, alegrías, victorias y derrotas. Al final, del gancho cuelga el peso de nuestra vida.

Al otro lado de la romana, intentamos compensar el peso de lo que colocamos en el gancho. Lo compensamos riendo, disfrutando, sintiendo. Ponemos nuestro esfuerzo, nuestro cariño, nuestro trabajo, nuestra mejor virtud como contrapeso. En definitiva, queremos equilibrar el peso que cuelga del gancho. Hay veces que no llegamos a compensar el peso, y soltamos lastre. Nos deshacemos de lo más inútil que cuelga del gancho. Dejamos atrás amigos, renunciamos a los hijos, abandonamos a seres cercanos… Nos enfadamos, nos frustramos, porque no somos capaces de sostener el peso de nuestra vida. Y de repente, descubrimos en la química y sus vías (intravenosa, pulmonar y digestiva) una manera de engañar a la romana. Superficialmente nos creemos capaces de soportar el peso de lo que incluye nuestra vida, pero la química no deja de ser el como el mal tendero, que tara la romana, para creerse que el gancho del que cuelga el su vida, pesa más de lo que parece…

Existen otras vías de tarar la romana. Podemos, simplemente creernos felices sosteniendo el peso de nuestra vida, hasta que la realidad nos descubre lo contrario, y soltamos de una vez todo lo que cuelga del gancho…

También puede que nos colguemos demasiado peso en el gancho, y no encontremos suficiente contrapeso para equilibrar la romana….

O puede que apenas colguemos peso de la romana, con lo que nuestra vida será más fácil, pues apenas tendremos que poner contrapesos…

Ejercicio de la semana:

Pesemos nuestras vidas. Sopesemos nuestros contrapesos. Eliminemos los aditivos químicos de nuestra vida. Eliminemos pesos muertos. Añadamos con historias que merezcan la pena los huecos libres del gancho. Disfrutemos del equilibrio.

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