Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

lunes, agosto 28, 2006

Reflexiones a cerca de una leyenda magiar.

Cuenta una vieja leyenda, que andaban un viejo Rey, y su hijo futuro candidato a la regencia del país, caminando por su reino. En un momento de la conversación, el joven príncipe preguntó a su padre:

— Si yo estuviese en tu lugar, Padre, gobernaría el país con más energía. Premiaría a los hombres buenos, pero no tendría piedad para los hombres malvados. En poco tiempo dejaría la tierra libre de criaturas pérfidas.

El padre no le dijo nada. Caminaban por un sendero de la montaña. De pronto el padre señaló a su hijo un arbusto en torno al cual zumbaba un enjambre de abejas.

— ¡Qué laboriosos y graciosos animalillos! Capturémoslos, hijo, y los llevaremos a nuestro castillo.

El hijo se lanzó sobre el enjambre y logró aprisionarlo en su sombrero. Una de las abejas que no toleraba el encierro, expresó su indignación clavando su aguijón en un dedo del joven príncipe. Entonces, lleno de ira y de dolor, arrojó por tierra su sombrero lleno de los minúsculos huéspedes y lo pisoteó, hasta dejar en un instante, destruido todo el enjambre.

— No respetas la justicia, Hijo —le amonestó el Rey—. Por una abeja culpable, has castigado a todas las abejas inocentes.

— Bueno, eeh... Admitirás, Padre —trató entonces de excusarse el príncipe—, que no hubiera sido cosa fácil distinguir entre la multitud de los insectos al único que me ha picado.

— Ay, amigo mío. Si tú fueses Rey, te comportarías con los hombres del mismo modo que te has comportado con las abejas. Harías pagar a los buenos la culpa de los malvados.


Ahora tratemos de localizarnos en un enjambre y preguntemos si la justicia dentro de nuestro enjambre se reparte por igual.

Miremos al horizonte, a ver que vemos. Miremos si hay diferencias entre razas, edades, nacionalidades, credos y educaciones.

Y preguntemos a los que se creen dueños del poder de la justicia, cuántos civiles inocentes palestinos o israelíes, cuántos niños, y cuánta vergüenza cabe dentro de los que durante seis décadas de conflicto, llevan educando a sus hijos en el odio irracional.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es que algunos tienen sombreros demasiado grandes y cerebro demasiado pequeño.
Saludos desde la vuelta de vacaciones.