No me cansaría de escribir historias que contuvieran los siguientes verbos, y ocuparía mi tiempo en recordar cada momento que representan, por el simple hecho de que fui tan feliz al vivirlos que no me arrepiento de sentirlos:
Recuperar todos los vestigios de vidrios.
Perdernos camino a cachi.
Explorar caricias y abrazos.
Renombrar tus sentidos.
Dejar descansar juntos los pies.
Inmortalizar cada sonrisa.
Colorear cada minuto.
Ni mucho, ni poco. Ni ciento volando.
Exponer la verdad de la inocencia.
Vivir intensamente cada instante.
Abrigarte del frío de tus pies.
Acompañar, escuchar, esperar.
Cenar en el canal de la recompensa merecida.
Comprender.
Rescatar en cada boda un baile.
Caminar perdidos, desorientados, juntos.
Escuchar las bandas sonoras de nuestro tiempo.
Pero a veces, ni siquiera demostrar los sentimientos, es suficiente para ser consciente de la distancia que separan a dos personas. Más aún cuando la distancia se hace pensamiento. Y la distancia, al final, duele.
Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.
martes, septiembre 19, 2006
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