Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

domingo, noviembre 26, 2006

Domingos de despedidas.

Me paso los fines de semana despidiendo o despidiéndome de gente. Cambiemos los escenarios, las estaciones, los aeropuertos,… Cambiemos los medios de locomoción, autobuses, trenes, autos, aviones… Pero ahí estoy, sempiterno, en la estación de turno, con la maleta porque me voy, o con el pañuelo porque se van. Podría describir con minusiocidad los ojos de las personas que en su paso, llegan, salen, o esperan en una estación. Podría describir los ojos vidriosos, de esperanza. Podría ver abrazos, besos, adioses, bienvenidas, etc… Es curiosa la sensación cuando se llega, se aterriza, y una gran masa de personas te mira buscando con la mirada la persona a la que esperan. Miras las caras, no ése no es, y miras otra cara, y sigues buscando. Te levantas de puntillas, miras a otro lado. Sí, sí allí está. Qué delgado, que bien le sienta la chaqueta… abrazo.. beso… hola, que tal el viaje. ¿cómo estás?

Puede también que llegues y no haya nadie esperando. Bien, porque conoces el camino de a casa, bien por otros motivos. Entonces llegas y miras todo lo que te es desconocido o conocido. Es la búsqueda de algo familiar, algo que nos recuerde a algo o alguien. Mira, ése anuncio en la parada de autobús ya lo he visto. Mira, en este país los aseos de estación son mixtos, mira que bien viste la gente en esta ciudad…

En las estaciones, sufrimos el mal del que todo lo mira y nada ve. Vas buscando una cara, un recuerdo, un andén, un vuelo, un número, un anuncio, una pantalla, información, los baños, una cafetería para esperar,… pero siempre con la mirada en el infinito…

Estar de paso es incómodo, despedirse, es difícil, porque alejarse de quien quieres siempre es complicado. Yo prefiero abrazar, para quedarme un poco con la esencia y con la fuerza interior, es como si contuvieras a alguien durante un instante. Despedirse, es un arte de los de mano izquierda, es una desolación cuando la ida es obligada, o una esperanza cuando al ida es a mejor. Pero siempre, siempre, cuando nos despedimos de alguien, lo miramos a los ojos. Tal vez por ver la verdad, tal ved por pena, o tal vez por alegría.

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