A los que creen que perder es dejar de ganar riqueza.
Para los que la amenaza es el medio de todos sus fines.
A los que el grito les sirve como arma de guerra.
Para los que no hay más colores que el blanco o el negro.
A los que no se enfrentan a sus miedos.
Para los que la vergüenza no es más que permanecer por debajo de alguien.
A los que dejan de amar por envidia, por egoísmo.
Para los que la honestidad se mide en monedas.
A los que no comparten, a los que no dicen la verdad.
Para los que apartan la mirada de los problemas.
A los que dejan pasar la miseria por delante de sus ojos.
Para los que piensan con la edad del todo vale.
A los que no luchan por amor, por amistad, por vergüenza.
Para los que creen que la amistad es estar junto a alguien dos días seguidos.
A los que tienen miedo de decir lo que piensan.
Para los amantes del “porque sí”, o “por mis cojones”
A los que se conforman con la felicidad de la ignorancia.
Para los que creen que el respeto nace de la siembra del miedo.
A los pobres de espíritu, ancianos de mente, cobardes de deseo, febriles de negocios, esclavos de sus miedos.
A todos estos, a los que el tiempo acaba poniendo en su sitio, todos estos, se merecen lo que tienen.
Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.
jueves, noviembre 24, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Avaros de posesiones frágiles, de bisuterías humanas
Publicar un comentario