Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.

domingo, noviembre 06, 2005

El hombre de papel

El hombre de papel lloraba al ver que alguien veía sus sueños cumplidos. La victoria sufrida de un deportista, algún artista que recoge un galardón, un voluntario que trabaja para los demás. Y se imaginaba en sus puestos, llorando a lágrima viva, con la cara desencajada del esfuerzo que le había llevado hasta allí. Y sin embargo después volvía a la cruda realidad. El hombre de papel todavía no encuentra el equilibrio entre la esperanza y la realidad, entre lo que espera del tiempo y del esfuerzo y los hechos por sí mismos. El hombre de papel aprende a valorarse desde la aceptación de que no es único, ni distinto, ni mejor ni peor. Su principito se aleja y la filosofía con la que creció se desvanece. No caben principitos en este mundo, o bien se necesita mucho valor para vivir siéndolo. El hombre de papel echaba de menos a su amigo, mentor y ejemplo. El hombre de papel se tendrá que conformar con lo poco que pudo aplicar de lo mucho que aprendió de dicho libro. Al hombre de papel siempre le quedarán Cien años de Soledad.

2 comentarios:

illa dijo...

El hombre de papel somos todos nosotros.

Anónimo dijo...

Eso de que cada vez que escribimos un comentario muere un gatito es como para pensarse el serguir escribiéndolos. En fin qué se le va a hacer, uno menos.

Ese hombre de papel para mí es la nuestro yo interior que nos alumbra, se alegra y llora con nosotros.
Besos