Recorta, dribla, uno, dos, tres, hasta cuatro rivales ven pasar su sombra como una exhalación. Respira, pulsa, piensa, medita, analiza y ejecuta. Gol. Gol. Alzó sus puños en alto, y saltó todo lo que pudo. Su primer pensamiento fue para los que más quería. Era gol.
Desperté sudando, cansado. Eran las siete de la mañana. Primero una ducha rápida, mientras el café procedente de la cafetera que se llena todos los lunes, y queda exigua los viernes, se calentaba. Café en toalla, rápido improviso unos vaqueros, manga larga, cuello fuera. Escucho a la vecina salir, las siete y media pensé. Cogí el macuto, la ristra de llaves, y el muchacho del pelo mojado se dirigió al garaje. Arrastré con mi pantalón la capa de polvo que encubre el color del coche. Saludo errático al guarda del garaje. Semáforo en rojo. Cuenta, uno, dos, tres,… quince. Semáforo verde. Autopista hacia delante. La calefacción al máximo sobre el pelo. Primeras llamadas. Todo bien, todo el mundo en su sitio, todo funciona, acuérdate de que hoy tal, no te olvides de que hoy llegaba el pedido… Radio de fondo. Ojos entreabiertos. Llego a mi destino. Me calzo mi chaqueta, heridas de guerra, ya son más de cuatro años. Empezamos. Adelante. Hoy me he levantado con ganas de poner en solfa algún gandul. Levantemos el país. O al menos, un trocito. Donde trabajo, en la trinchera, en la pomada, hay un cien por cien de bajas. Pero yo, de momento, me niego a caer tan joven.
Desde tan lejos... nunca pensé que razonaba como el resto de la gente. Desde tan lejos, nunca imaginé que pudiera acercarme tanto al presente.
martes, enero 09, 2007
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1 comentario:
eL aMANECER de los mUERTOS_ gEORGE rOMERO
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