Tierra

A mí me duele mi tierra. Me duele, porque mi tierra es la gente con quien comparto los instantes de mi vida. Independientemente del lugar físico, están las personas. Me duele mi tierra, porque las personas que conozco de ella son humildes, son trabajadoras, son personas. Pero siempre con la razón por delante. Impresentables los hay por todos sitios y lugares. Lo que pasa es que tendemos a equiparar lugares con personas.

Por ser emigrante, o por viajar, o por vivir alejado de la familia de origen, no me siento menos amante de mi tierra. Porque mantengo el contacto con la gente a la que quiero. Hasta que no aprendamos a saber que somos nuestros peores enemigos (como dice jarq), no sabremos ser nacionalistas. Nacionalistas ¿de qué nación? ¿dentro de qué límites físicos? ¿dónde esta la frontera, la línea, del nacionalismo de cada persona?

Me pregunto cual es el fin de todo esto, si al final hay que poner barreras para progresar. A mí, por lo menos no me pegan estas dos palabra juntas: barrera y progreso. Pero los que desde el corazón imponen naciones, fronteras, y clichés de fácil uso, para escudarse en su independencia, creo que se equivocan. Deberían mirar a su alrededor y observar las personas que les rodean, sin prejuicios, y sin mapas.