
Antes de acostumbrarme a respirar el aire viciado, antes de tener el asfalto como sustento de mis pasos, hubo una época en la que disfrutaba del olor, del aire, de la tierra mojada. Y fue subir tan alto como podía a la encina más próxima, y fue pisar las ramas, y fue tirarse al suelo y mirar al cielo azul, claro. Y fue escuchar cada sonido, con su porqué. Y fue el mayor instante de paz.
2 comentarios:
Nunca has tenido otro parecido?
parecidos o mejores, pero ése es el que mejor le venía a mi estado de ánimo..
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